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Agitación, Frenesí y desequilibrio psicológico

Fernando Siqueira, Brazil
Cuando estudiamos los grandes dramas históricos y el comportamiento imprudente de los hombres en la larga lista de tragedias de los últimos 100 años, casi nunca vemos mención del fenómeno psicológico que aquí llamamos Agitación o Frenesí.

Para evitar errores, es necesario primero distinguir la diferencia entre agitación o frenesí y ansiedad. La ansiedad ha sido definida por los estudiosos como la enfermedad del siglo. De hecho, es la agitación la que suele provocar la ansiedad, y esta consecuencia puede evitarse antes de que se convierta en una patología.

Frenesí aquí significa estar en un estado febril o frenético. Por este significado etimológico hago aquí una analogía con la situación psicológica de un individuo agitado o frenético.

Hitler era famoso por hablar en un estado frenético.

Este frenesí tiene algunas características. Proporciona al individuo una energía mediante la cual se siente dueño del objeto de su frenesí.

Por ejemplo, podemos señalar el frenesí de Hitler hablando ante una multitud hipnotizada cuyo delirio crece a medida que sus palabras añaden fuego a su estado frenético.

Otro caso sería el frenesí de Hitler cuando está solo con algunos de sus aduladores que prodigan elogios por sus cuadros bastante mediocres.

Este frenético estado de delirio es en sí mismo tóxico y adictivo. Al igual que ocurre con las drogas, este frenesí exige dosis cada vez mayores para satisfacer al adicto.

A la luz del libro histórico Revolución y Contrarrevolución del Prof. Plinio Corrêa de Oliviera, podemos inferir que este frenesí ha entrado en el alma del hombre occidental de manera sistemática pero gradual desde la decadencia de la Edad Media. Sus magistrales palabras son:

“En el siglo XIV comenzó a producirse una transformación de mentalidad en Europa cristiana; en el transcurso del siglo XV se hizo cada vez más evidente.

La sed de placeres terrenales se convirtió en un deseo ardiente. Las diversiones se hicieron cada vez más frecuentes y suntuosas, cada vez más fascinantes para los hombres…


Había un deseo creciente de una vida llena de los placeres de la fantasía y los sentidos.

“Y, mientras tanto, tanto en grandes como en pequeños, se desvanecía la voluntad de antaño de mantener el poder real dentro de sus límites apropiados, como en los días de San Luis de Francia y San Fernando de Castilla”.

La máxima romana Divide et impera, (Divide y vencerás) podría parafrasearse para aplicarla a este fenómeno con la máxima de las fuerzas que controlan nuestra mundo: Agita y conquista.

La aparición, a principios del siglo XX, de los grandes medios de comunicación de masas –el cine, la radio y la televisión– permitió intensificar el proceso de este frenesí en las mentes.

Incluso antes del siglo XX, los escritores utilizaban la técnica del suspense en sus libros para aumentar la curiosidad del lector desde el principio hasta el final de sus libros, especialmente en Novelas de misterio o suspenso. Sin embargo, hubo una proporción orgánica de sorpresa despertada en el lector que le permitió dejar el libro en cierto momento porque sus deberes le obligaban a dejar de leer para descansar.

Una lectura familiar es completamente diferente a los medios que intentan controlar la opinión pública, abajo, una torre G5

En las lecturas familiares, la obligación de detenerse al final del capítulo para que todos pudieran irse a la cama animaría a los jóvenes a estudiar el período histórico y social en el que se desarrolla la novela para seguir mejor la historia.

En tales lecturas había expectativa, no frenesí.

A medida que avanzaban los medios de comunicación de masas, sus directores no tardaron en desarrollar un proceso que hacía que el lector, el oyente o el espectador dependieran de sus productos. Estos procesos se estudiaron científicamente mediante observación, estadística e incluso métodos subliminales. Tras la introducción de la cibernética, adquirieron un alto nivel de eficiencia.

Este proceso de creación de dependencia afectó a los cinco sentidos. De los cinco, los más fuertes son la vista y el oído, y estos son también los que interactúan más directamente con la mente. Por ejemplo, si un individuo ve una película gráfica en la que cientos de personas son brutalmente asesinadas, puede necesitar una sesión con un psicólogo para recuperar su normalidad psicológica.

También es a través de estos dos sentidos que somos estimulados a sentir placer y sensaciones reconfortantes.

El suspense utilizado en las primeras películas, junto con otras formas de influir en la psicología humana, comenzó a determinar comportamientos colectivos de formas desconocidas hasta entonces por quienes estudian la mente humana.

Quiero enfatizar cómo este frenesí es un factor que desestabiliza la mente. Algunos de sus efectos son los siguientes:
  1. El frenesí produce en el individuo la incapacidad de tener certezas. Cuando sus buenas ideas siempre son atacadas, esto lo vuelve inseguro. Por ejemplo, está convencido de que la indisolubilidad del matrimonio es la base de la estabilidad de la sociedad. Sin embargo, los medios de comunicación siempre están enviando mensajes claros o subliminales frenéticos que favorecen el divorcio.


  2. El frenesí de escuchar música a todo volumen sin tener en cuenta los derechos del prójimo

  3. Hace que la persona se guíe únicamente por las sensaciones. Los medios de comunicación siempre muestran frenéticamente que “bueno es todo lo que produce placer”, independientemente de su licitud. Por ejemplo, a una persona le encanta escuchar música muy alta porque le excita. Cuando un vecino llega a su puerta a las 23:00 horas para quejarse de que no puede dormir, el adicto a esta sensación frenética se irrita y se rebela, porque lo único que le importa es excitarse con la música.

  4. El Frenesí rechaza todo esfuerzo que exija disciplina para alcanzar la perfección. El individuo adicto adopta la actitud de “ya es suficientemente bueno tal como está” para evitar la obligación de hacer las cosas bien.


  5. El Frenesí con su característica esclavitud a la opinión pública predominante destruye la creatividad individual, que debe afrontar los desafíos de la opinión pública sin dejarse intimidar por opiniones contrarias planteadas por quienes no están de acuerdo con su perspectiva.

  6. Con la velocidad de la cibernética y de Internet, el frenesí se volvió incontrolable.
En definitiva, el frenesí es una adicción compartida por gran parte de nuestra población, generada por quienes controlan los medios de comunicación. Es una maniobra que pretende controlar la opinión pública estimulando el crecimiento de un vicio interno. El fin último de todo el proceso es el control total de la víctima que pierde su equilibrio psicológico.

La víctima de esta maniobra que ha adquirido una adicción puede liberarse de ella en la medida en que tome conciencia y quiera deshacerse de ella volviendo a su normalidad psicológica.

El recurso a Nuestra Señora y a los Santos sólo puede aumentar las posibilidades de éxito para sanar esta difícil situación psicológica.

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Blason de Charlemagne
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Publicado el 20 de junio de 2024

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