Dos aspectos básicos de la Sociedad Medieval by Plinio Correa de Oliveira

Sociedad Orgánica

Dos aspectos básicos de la mentalidad medieval.

Plinio Corrêa de Oliveira

La sociedad medieval nació de un amor muy intenso por Nuestro Señor Jesucristo y una profunda comprensión de Él. Cuando los hombres medievales hablaban de Nuestro Señor, tenían una idea mucho más alta de Él, que los fieles de hoy. La admiración de los hombres medievales por su inconmensurable perfección influyó intensa y profundamente en sus actitudes y acciones.

Le Beau Dieu de Amiens refleja la reverencia y ternura que el medieval tuvo por Nuestro Señor

Fueron particularmente tocados por su sabiduría. Admiraban cómo todo lo que enseñaba era sabio, muy elevado, equilibrado, fuerte y alcanzaba las consecuencias lógicas finales. Su grandeza fue enfatizada aún más por sus milagros, que aumentaron su convicción de Su divinidad.

Esta admiración estableció una gran distancia entre Él y los hombres. Sobre todo, la vida no fue vista como una búsqueda de placer. De hecho, porque vieron al Redentor como el que había ofrecido su vida como el sacrificio extremo, que nunca dio un paso atrás ante cualquier sufrimiento para cumplir su misión, entendieron que el sacrificio era parte de la vida, rompiendo la idea de que el placer constituye la búsqueda primaria de la existencia.

Aquí podemos medir la diferencia entre este espíritu medieval y la mentalidad moderna, cuya presuposición es que la vida debe ser disfrutada. En Francia usaron la expresión el estilo de vida can-can , refiriéndose a esas danzas inmorales del cabaret Moulin Rouge. Definió a aquellos que quieren disfrutar de la vida sin barreras morales. En los Estados Unidos, un enfoque análogo a la vida es la mentalidad de Hollywood, que en cierta forma fue precedida por la mentalidad de Broadway y seguida por la mentalidad de Rock and Roll. Actualizan el viejo modelo francés a formas diferentes y más modernas de la búsqueda del placer.

Esta idea de que la vida se convierte en placer no era parte de la mentalidad medieval. La pregunta principal que debía hacerse sobre este o aquel hombre era si soportaba o no sus sufrimientos como debería. Así, una vida se consideraba espléndida y exitosa si un hombre aceptaba y soportaba sus sufrimientos como Jesucristo llevó su cruz a la cima del Gólgota. Entonces preguntaban: “¿Soportó bien sus sufrimientos?” “¿Hay evidencia de que se dirige hacia este camino?” Este fue el criterio supremo para juzgar el comportamiento de los demás.

Esto explica la suprema reverencia que sabemos que el hombre medieval tuvo por Nuestro Señor. Tal reverencia impregnaba su alma y se reflejaba en una actitud de respeto, confianza y tranquilidad de alma, en su comportamiento personal.

Del mayor al menor, el medieval asumió la actitud de un niño ante Dios

Al mismo tiempo, el hombre medieval sentía hacia Nuestro Señor el gran afecto de alguien que se sentía amado con ternura y personalmente. Sabía que podía esperar de Nuestro Señor, una y otra vez, una paciencia ilimitada, perdón, compasión, ternura y voluntad para ayudar. Esto hizo que el hombre medieval tuviera en Nuestro Señor la confianza de un niño pequeño. No estamos hablando sólo de las personas pequeñas, sino también de las más poderosas y mejor posicionadas, Carlomagno, por ejemplo. Tenía para Nuestro Señor la tierna confianza de un niño pequeño en el más esplendoroso de los padres.

A menudo se encuentra la armonía de estos dos rasgos en la iconografía medieval, la literatura y la liturgia que representan a Nuestro Señor: por un lado, una elevación divina con respecto al hombre; por el otro, la mayor ternura para el peor pecador, siempre que el pecador esté abierto a la gracia del arrepentimiento. Así el hombre se sintió tratado con gran ternura por Nuestro Señor.

Estas dos posiciones simultáneas abren el alma para ser influenciada en sus profundidades. Uno es necesario para el otro. La ternura por sí sola no conmovería a los hombres. Del mismo modo, solo una admiración elevada que demuestra Su superioridad y nuestra inferioridad nos llevaría a romper con Él. Las dos, respetuosa admiración y ternura, se unieron y generaron lo mejor del espíritu medieval.

Este amor produjo un hombre viril, equilibrado y sabio, al mismo tiempo noble y orientado hacia los demás con bondad. En mi opinión, éste es el perfil del hombre medieval en todas aquellas cosas en las que había trascendido al bárbaro. Tal mentalidad gradualmente dio origen a las instituciones medievales marcadas por esta forma de sabiduría.

El profesor era muy respetado y estimado.

Esto explica por qué las instituciones medievales eran muy respetables e incluso augustas. Veamos un ejemplo muy respetado de una universidad medieval. Cuando un joven se convertía en un Maestro completo, era montado en un caballo provisto por la universidad y conducido a través de las calles de la ciudad por clérigos con el atuendo oficial de la universidad y las insignias para ser aclamado como un nuevo teólogo, médico, abogado, etc. En esto, la ceremonia, que ya trataba a un nuevo médico como un gran hombre, demostraba el deseo de imprimirle la idea del honor, la seriedad y la dignidad de su profesión, dándole una aguda conciencia profesional.

Esas ceremonias se volvieron hacia el honor y el respeto, a diferencia de las ceremonias de graduación modernas que a menudo se vuelven hacia el interés propio: un nuevo paso hacia la meta de ganar dinero y disfrutar de la vida. La universidad y la sociedad otorgaban al hombre un honor, por lo que a cambio se esperaba que ejerciera su nueva profesión con gran respetabilidad y seriedad.

La forma en que el estudiante medieval trataba a un gran profesor también era expresiva. La Edad Media fue la época de los grandes profesores. Cuando un profesor daba una clase magnífica, no era raro que sus alumnos se quitaran las capas y las colocaran en el piso como una alfombra para que el maestro las pisara al salir del edificio. Cuando una clase era extraordinariamente sobresaliente, los estudiantes seguían al profesor en su camino a casa, lo aclamaban ante la población y repetían el mismo ritual de las capas hasta que había cruzado el umbral de su hogar. De esta manera, mostraban a toda la ciudad lo honorable y respetable que era el profesor.

Hoy, para parecer importante, un hombre compra un automóvil costoso. Sin un auto nuevo, costoso y brillante, no hay respetabilidad. No siempre fue así. Entonces, no había autos, y un hombre no necesitaba un carro o un excelente caballo para ser importante. Su título universitario era algo formidable en sí mismo, porque representaba una gran sabiduría, sacrificio y talento.

Esta demostración de respeto por un joven profesional o un gran profesor también se aplicaba a los otros campos de la actividad humana. Logró sus más altas expresiones en una admiración por aquellos que dedicaron sus vidas a defender la fe católica y las vidas de las personas, es decir, el caballero y aquellos que ofrecieron toda su vida a la Iglesia, el clero.

En este homenaje general de respeto, encontramos en la mentalidad medieval, los dos tipos simultáneos de admiración: veneración y ternura.

Publicado el 21 de agosto 2019

Prof. Plinio

La Sociedad Orgánica fue un tema muy querido por el fallecido Prof. Plinio Corrêa de Oliveira. Se dirigió a este tema en innumerables ocasiones durante su vida, a veces en conferencias para la formación de sus discípulos, a veces en reuniones con amigos que se reunían para estudiar los aspectos sociales y la historia de la cristiandad, a veces de manera sencilla.

Atila S. Guimarães seleccionó extractos de estas conferencias y conversaciones de las transcripciones de las cintas y sus propias notas personales. Los tradujo y adaptó en artículos para el sitio web de TIA. En estos textos se mantiene la fidelidad a las ideas y palabras originales tanto como sea posible.

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