St. Ansfrid, comentario de Plinio Correa de Oliveira sobre el Santo del Día, 3 de mayo

El Santo del Día

San Ansfrid, 3 de mayo

Prof. Plinio Corrêa de Oliveira

Selección biográfica:

Ansfrid, conde de Brabante, siguió una carrera militar bajo los emperadores Otto III y San Enrique. Se casó con una dama noble, con quien tuvo una hija. Posteriormente, la pareja acordó vivir juntos como hermano y hermana en perfecta castidad. El conde fundó una abadía en Heiligenberg en la diócesis de Lieja y la condesa gastó su fortuna en la fundación y construcción de un convento en Thorn. Más tarde, la noble dama tomó con su hija el velo religioso y ambos vivieron una vida de gran santidad.

En 974 Ansfrid depuso sus armas, que había blandido en campañas memorables, sobre el altar de Nuestra Señora, proclamando solemnemente estas palabras:

“Hasta el día de hoy he luchado por la gloria temporal en la defensa de los pobres, las viudas y los huérfanos. En adelante me coloco bajo la protección de la Virgen María y lucharé sin cesar por la conquista de las almas, la gloria de Dios y mi propia salvación”.

En 994 fue nombrado obispo de Utrecht. De vez en cuando se despedía de su trabajo en la Diócesis para hacer un retiro en alguno de los monasterios que había fundado. Murió el 3 de mayo de 1010 y no tardó en recibir el homenaje que le correspondía por su vida santa.

Comentarios del Prof. Plinio:

La transición en la vida de San Ansfrid del estado de guerrero al de eclesiástico es hermosa. La unidad que se ve en ambos estados en los que se dividió su vida también es hermosa. Por un lado era un caballero andante que luchaba por los pobres, las viudas y los huérfanos por el amor de Nuestro Señor Jesucristo. Por otro lado, como obispo también fue un luchador, pero un luchador con un objetivo superior, es decir, la salvación de las almas. Se puede ver que la actitud de San Ansfrid, afirmada por la unidad de una vida vivida en un combate continuo tanto en el ámbito espiritual como en el temporal, es todo lo contrario a la actitud pacifista de nuestros días.

San Ansfrid era un caballero andante que defendía a los pobres, las viudas y los huérfanos.

Para esta mentalidad pacifista, cualquier combate, ya sea una guerra ideológica o material, es un mal en sí mismo. Los hombres no deben pelear entre ellos porque en el fondo no hay discordancia de ideas. Todo debe resolverse mediante un diálogo. Por eso la lucha es siempre un mal.

La vida de San Ansfrid nos muestra lo contrario. Cuando abandonó el estado de guerrero, no declaró que estaba negando esa vida o que pensaba que se oponía a los ideales católicos. Su vida es una confirmación de la noción de que la guerra es la condición normal de los hombres en la tierra. Evidentemente la guerra es un mal, pero es un mal necesario que puede justificarse en vista de un bien superior. Por lo tanto, hay cosas que son más valiosas que la paz, y la paz se puede sacrificar por ellas. Por un lado, cuando uno tiene que romper la paz, se lamenta porque ama la paz. Pero por otro lado, entra en combate con alegría porque entiende que es una forma de servir a Dios para alcanzar un bien superior. Por eso ama la lucha y la guerra. Tanto la guerra como la lucha comparten la dignidad del bien superior para el que están hechas.

Así San Ansfrid entró en la vida eclesiástica con este espíritu:

No voy a dejar mi condición de guerrero. Continuaré combatiendo en un nivel superior, que es el nivel doctrinal y espiritual. La lucha por los pobres, las viudas y los huérfanos que formaron parte de mi vida como guerrero en la esfera temporal se transformará en la lucha por los intereses de la vida eterna. Pero seguiré luchando porque me gusta ser combatiente. Soy el mismo obispo que antes como guerrero, porque en esta vida todo es guerra. Todo es guerra porque existe el diablo, existe el mal, existe el pecado original. En consecuencia, los buenos deben mantener una actitud permanente de militancia. Estoy orgulloso de esta actitud ”.

San Ansfrid es un santo canonizado por la Iglesia Católica, lo que significa que practicó la virtud de la caridad de manera heroica. A los revolucionarios les gusta decir que esta virtud es incompatible con la militancia, sea ideológica o concreta. Sin embargo, cuando la Iglesia señala la vida de San Ansfrid como modelo, nos invita a imitarlo. Un santo es una realización viva de las enseñanzas de Nuestro Señor en el Evangelio.

La vida de San Ansfrid debería reforzar en nosotros la noción del carácter militante de la Iglesia. Debe animarnos a tener un espíritu militante y disfrutar de la lucha por una causa superior, que es la causa de Nuestra Señora. Su vida también debe darnos la certeza de que la doctrina católica es segura como una roca, completamente diferente a la confusión pacifista que se está extendiendo por todas partes. El pacifismo es un arma de la Revolución para desarmar el espíritu humano, anestesiarlo y facilitar la conquista del hombre. Por tanto, vivimos en un tiempo de vigilancia, lucha y fe.


Prof. Plinio Corrêa de Oliveira

El Santo del día Las características más destacadas de la vida de los santos se basan en los comentarios realizados por el fallecido Prof. Plinio Corrêa de Oliveira. Siguiendo el ejemplo de San Juan Bosco, quien solía hacer charlas similares para los chicos de su colegio, cada tarde era la costumbre del profesor Plinio hacer un breve comentario sobre las vidas del santo del día siguiente en una reunión para jóvenes con el fin de alentarlos en la práctica de la virtud y el amor por la Iglesia Católica. TIA pensó que sus lectores podrían beneficiarse de estos valiosos comentarios.

Los textos de los datos biográficos y los comentarios provienen de notas personales tomadas por Atila S. Guimarães de 1964 a 1995. Dado que la fuente es un cuaderno personal, es posible que a veces las notas biográficas transcritas aquí no sean rigurosas siguiendo el texto original leído por el Prof. Plinio. Los comentarios también se han adaptado y traducido para el sitio de TIA.