El Santo del Día
San Basilio el Grande – 2 de enero
Comentarios del Prof. Plinio:
En su lucha contra la Ciudad de Dios, el Padre de la Mentira no siempre es original; a menudo usa las mismas trampas y procedimientos.
Así, por ejemplo, existe la táctica secular -y todavía moderna- de combatir a la Iglesia por medios indirectos bajo la apariencia de pedir perdón por los obstáculos causados por quienes supuestamente se oponen a la marcha de la "civilización" y el "progreso".
Dado que Dios llama a los Santos con dones especiales que se ajustan a las épocas en que viven y al papel que Él espera que desempeñen, centrémonos sumariamente en el comportamiento de un Santo que, en el siglo IV de la era cristiana, tuvo que enfrentar en su estrategia apostólica los mismos problemas que enfrentan los católicos hoy. Tuvo que enfrentarse a esos enemigos que atacan directa e indirectamente al mismo tiempo.
San Basilio (329-379), Arzobispo de Cesárea y Doctor de la Iglesia, vivió en una fase del cristianismo que correspondía a un crepúsculo que precede a la aurora, mientras nosotros vivimos en un momento que corresponde a un crepúsculo que parece presagiar el noche, la pesada sombra socialista, pagana y totalitaria que amenaza al mundo moderno.
El gran Doctor de la Iglesia fue testigo de los últimos estertores del Paganismo, como hoy somos testigos de su renacimiento.
Y en esos ruidos de Paganismo, vemos no sólo los esfuerzos desesperados de un neo-pagano de la estatura de un Juliano el Apóstata y sus aduladores, pero también el horror de las herejías que han hecho causa común contra la Iglesia con los partidarios del cesarismo. Los herejes y cismáticos de hoy también se alían al comunismo en su lucha contra la civilización católica.
En la época de San Basilio, el arrianismo había perturbado profundamente al mundo cristiano. Paralelamente a los obispos fieles a la Iglesia -piadosos, caritativos y amados por el pueblo- estaban los obispos arrianos, prelados de una corte semipagana que favorecía la persistencia del paganismo, de manera similar al Decano de Canterbury o al " patriarca" de Moscú que favorecen el surgimiento del paganismo en el mundo de hoy. [Estos comentarios se hicieron en un artículo del 12 de mayo de 1946 en el semanario brasileño O Legionário]
El emperador Flavio Claudio Juliano, más conocido como Juliano el Apóstata (331-363), fue uno de los emperadores de Roma y de Oriente que, tras la conversión de Constantino, intentó restablecer el paganismo. Él es el ejemplo más expresivo de esta apostasía.
En su táctica vemos los mismos procedimientos usados hoy por los enemigos de la Iglesia, ya sean liberales o totalitarios. En efecto, Juliano, como precursor del Estado Moderno, comenzó su reinado dando libertad al catolicismo, que se levantaba de las catacumbas con el advenimiento de Constantino, pero también dio libertad a todas las sectas cristianas disidentes.
Con esta táctica, tenía el mismo objetivo que nuestros enemigos actuales. El pagano Marcelino captó perfectamente la estratagema: "Juliano actuó de tal manera que la libertad que parecía conceder degeneraría en licencia y aumentaría las divisiones. Una vez alcanzado este objetivo, no tendría que temer en sus iniciativas posteriores la resistencia unánime de los cristianos".
La hipocresía de esa libertad de culto que concedió se reveló pronto en la persecución que levantó contra San Atanasio y en la protección que dio a los herejes donatistas.
En Juliano el Apóstata vemos el mismo esfuerzo por implantar el Neopaganismo que Hitler aplicó en nuestros días. Entre otras analogías, podemos señalar la maniobra corrupta de negar empleos públicos a los católicos, como lo muestra la Historia durante el reinado de Juliano el Apóstata, así como en el régimen de Hitler, como se informa en la Encíclica Mit Brennender Sorge de Pío XI.
Juliano el Apóstata fue también un precursor de los modernos perseguidores de la Iglesia que aplican la táctica del laicismo en las escuelas. Como en la actual legislación sobre educación, que había promovido paulatinamente el monopolio del Estado en la enseñanza –que es el arma más terrible de los enemigos de la Iglesia tanto liberales como totalitarios–, así también fue esta el arma utilizada por aquel emperador neopagano Juliano el Apóstata.
En las leyes que instauró, instalando el monopolio de la educación, Juliano decía: "Todos los que quieran ejercer la profesión de magisterio deben tener el alma imbuida únicamente de las doctrinas que estén en conformidad con el espíritu público".
Podemos darnos cuenta de lo que Juliano entendía por "espíritu público" comparando el término con lo que hoy se conoce como "no discriminación".
Fue en un mundo socavado por los métodos más satánicos de persecución del catolicismo, es decir, hipócritas y velados, y en una época en que la ortodoxia estaba desapareciendo, que vivió San Basilio.
Podría haber promovido una “política de mano extendida” con los neopaganos y herejes. De hecho, cuando estuvo en Atenas, él, junto con San Gregorio Nacianceno, se había sentado junto a Julián en los mismos bancos de la escuela. Por naturaleza, San Basilio era pacífico y reacio a entrar en una refriega.
Sin embargo, San Basilio se afirmó y rechazó con firmeza las repetidas invitaciones de Juliano para entrar en su corte. Más tarde, también se enfrentaría al emperador Valentiniano, quien lo persiguió debido a la oposición de Basilio al arrianismo y su negativa a aceptar a esos herejes en su iglesia.
Deberíamos ver en San Basilio al gran obispo de Cesárea, el campeón de la Fe, el defensor de la ortodoxia, el guardián de la Iglesia, más que el Santo de la acción social, que hoy llamamos servicio social.
La clave de su acción social fue su pureza en la doctrina y su santa intransigencia en materia de Fe y costumbres. Dice el Evangelio en su fiesta: "Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? Ya no sirve para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres." (Mt 5,13)
El verdadero fin del servicio social es dar a la sociedad los medios que necesita para desarrollar plenamente su personalidad, para que nuestro prójimo pueda realizar su misión en la tierra y así alcanzar la vida eterna, es claro que sin esta llama interior, toda obra de La asistencia desarrollada por el Gran Santo sería vana.
San Basilio se enfrentó al Estado totalitario de la misma manera que los católicos de hoy tendrán que actuar frente a los nuevos emperadores neopaganos sin corona, es decir, sin vacilaciones ni connivencias, sin concesión al error o mutilación de la doctrina de la Iglesia bajo el pretexto de complacer a nuestros enemigos.
Sólo así podemos imitar a este gran Doctor Santo en su intrépida intervención por los humildes, los débiles, todos víctimas de las leyes arbitrarias, la tiranía y la injusticia social.
Sólo así podremos construir en las ciudades de hoy ese verdadero centro de asistencia social que él construyó en Cesárea. Sólo con este verdadero concepto de Caridad atraeremos a la Iglesia a las multitudes apartadas que hoy luchan en una miseria casi total, principalmente espiritual.
Sólo así tendremos a nuestro lado a aquellas mismas personas que salieron tumultuosamente a las calles al enterarse de que San Basilio había sido llevado ante el Tribunal Imperial de la ciudad para ser infamemente acusado de maldad. Ese pueblo, según el relato de San Gregorio Nacianceno, estaba dirigido por los obreros de las fábricas imperiales que blandiendo el peaje de su trabajo exigían la liberación de su benefactor.
Sólo imitando las verdaderas virtudes de San Basilio podemos entrar con certeza en el verdadero combate en la arena social.
El Santo del día
Las características más destacadas de la vida de los santos se basan en los comentarios realizados por el fallecido Prof. Plinio Corrêa de Oliveira. Siguiendo el ejemplo de San Juan Bosco, quien solía hacer charlas similares para los chicos de su colegio, cada tarde era la costumbre del profesor Plinio hacer un breve comentario sobre las vidas del santo del día siguiente en una reunión para jóvenes con el fin de alentarlos en la práctica de la virtud y el amor por la Iglesia Católica. TIA pensó que sus lectores podrían beneficiarse de estos valiosos comentarios.
Los textos de los datos biográficos y los comentarios provienen de notas personales tomadas por Atila S. Guimarães de 1964 a 1995. Dado que la fuente es un cuaderno personal, es posible que a veces las notas biográficas transcritas aquí no sean rigurosas siga el texto original leído por el Prof. Plinio. Los comentarios también se han adaptado y traducido para el sitio de TIA.
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En su lucha contra la Ciudad de Dios, el Padre de la Mentira no siempre es original; a menudo usa las mismas trampas y procedimientos.
Así, por ejemplo, existe la táctica secular -y todavía moderna- de combatir a la Iglesia por medios indirectos bajo la apariencia de pedir perdón por los obstáculos causados por quienes supuestamente se oponen a la marcha de la "civilización" y el "progreso".
San Basilio el Grande
San Basilio (329-379), Arzobispo de Cesárea y Doctor de la Iglesia, vivió en una fase del cristianismo que correspondía a un crepúsculo que precede a la aurora, mientras nosotros vivimos en un momento que corresponde a un crepúsculo que parece presagiar el noche, la pesada sombra socialista, pagana y totalitaria que amenaza al mundo moderno.
El gran Doctor de la Iglesia fue testigo de los últimos estertores del Paganismo, como hoy somos testigos de su renacimiento.
Y en esos ruidos de Paganismo, vemos no sólo los esfuerzos desesperados de un neo-pagano de la estatura de un Juliano el Apóstata y sus aduladores, pero también el horror de las herejías que han hecho causa común contra la Iglesia con los partidarios del cesarismo. Los herejes y cismáticos de hoy también se alían al comunismo en su lucha contra la civilización católica.
En la época de San Basilio, el arrianismo había perturbado profundamente al mundo cristiano. Paralelamente a los obispos fieles a la Iglesia -piadosos, caritativos y amados por el pueblo- estaban los obispos arrianos, prelados de una corte semipagana que favorecía la persistencia del paganismo, de manera similar al Decano de Canterbury o al " patriarca" de Moscú que favorecen el surgimiento del paganismo en el mundo de hoy. [Estos comentarios se hicieron en un artículo del 12 de mayo de 1946 en el semanario brasileño O Legionário]
El emperador Flavio Claudio Juliano, más conocido como Juliano el Apóstata (331-363), fue uno de los emperadores de Roma y de Oriente que, tras la conversión de Constantino, intentó restablecer el paganismo. Él es el ejemplo más expresivo de esta apostasía.
En su táctica vemos los mismos procedimientos usados hoy por los enemigos de la Iglesia, ya sean liberales o totalitarios. En efecto, Juliano, como precursor del Estado Moderno, comenzó su reinado dando libertad al catolicismo, que se levantaba de las catacumbas con el advenimiento de Constantino, pero también dio libertad a todas las sectas cristianas disidentes.
Con esta táctica, tenía el mismo objetivo que nuestros enemigos actuales. El pagano Marcelino captó perfectamente la estratagema: "Juliano actuó de tal manera que la libertad que parecía conceder degeneraría en licencia y aumentaría las divisiones. Una vez alcanzado este objetivo, no tendría que temer en sus iniciativas posteriores la resistencia unánime de los cristianos".
La hipocresía de esa libertad de culto que concedió se reveló pronto en la persecución que levantó contra San Atanasio y en la protección que dio a los herejes donatistas.
Adolf Hitler usó las mismas políticas totalitarias y corruptas de Juliano el Apóstata, arriba.
Juliano el Apóstata fue también un precursor de los modernos perseguidores de la Iglesia que aplican la táctica del laicismo en las escuelas. Como en la actual legislación sobre educación, que había promovido paulatinamente el monopolio del Estado en la enseñanza –que es el arma más terrible de los enemigos de la Iglesia tanto liberales como totalitarios–, así también fue esta el arma utilizada por aquel emperador neopagano Juliano el Apóstata.
En las leyes que instauró, instalando el monopolio de la educación, Juliano decía: "Todos los que quieran ejercer la profesión de magisterio deben tener el alma imbuida únicamente de las doctrinas que estén en conformidad con el espíritu público".
Podemos darnos cuenta de lo que Juliano entendía por "espíritu público" comparando el término con lo que hoy se conoce como "no discriminación".
Fue en un mundo socavado por los métodos más satánicos de persecución del catolicismo, es decir, hipócritas y velados, y en una época en que la ortodoxia estaba desapareciendo, que vivió San Basilio.
Podría haber promovido una “política de mano extendida” con los neopaganos y herejes. De hecho, cuando estuvo en Atenas, él, junto con San Gregorio Nacianceno, se había sentado junto a Julián en los mismos bancos de la escuela. Por naturaleza, San Basilio era pacífico y reacio a entrar en una refriega.
Sin embargo, San Basilio se afirmó y rechazó con firmeza las repetidas invitaciones de Juliano para entrar en su corte. Más tarde, también se enfrentaría al emperador Valentiniano, quien lo persiguió debido a la oposición de Basilio al arrianismo y su negativa a aceptar a esos herejes en su iglesia.
La clave de la acción social de San Basilio fue su santa intransigencia en materia de Fe y costumbres
La clave de su acción social fue su pureza en la doctrina y su santa intransigencia en materia de Fe y costumbres. Dice el Evangelio en su fiesta: "Vosotros sois la sal de la tierra. Pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? Ya no sirve para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres." (Mt 5,13)
El verdadero fin del servicio social es dar a la sociedad los medios que necesita para desarrollar plenamente su personalidad, para que nuestro prójimo pueda realizar su misión en la tierra y así alcanzar la vida eterna, es claro que sin esta llama interior, toda obra de La asistencia desarrollada por el Gran Santo sería vana.
San Basilio se enfrentó al Estado totalitario de la misma manera que los católicos de hoy tendrán que actuar frente a los nuevos emperadores neopaganos sin corona, es decir, sin vacilaciones ni connivencias, sin concesión al error o mutilación de la doctrina de la Iglesia bajo el pretexto de complacer a nuestros enemigos.
Sólo así podemos imitar a este gran Doctor Santo en su intrépida intervención por los humildes, los débiles, todos víctimas de las leyes arbitrarias, la tiranía y la injusticia social.
Sólo así podremos construir en las ciudades de hoy ese verdadero centro de asistencia social que él construyó en Cesárea. Sólo con este verdadero concepto de Caridad atraeremos a la Iglesia a las multitudes apartadas que hoy luchan en una miseria casi total, principalmente espiritual.
Sólo así tendremos a nuestro lado a aquellas mismas personas que salieron tumultuosamente a las calles al enterarse de que San Basilio había sido llevado ante el Tribunal Imperial de la ciudad para ser infamemente acusado de maldad. Ese pueblo, según el relato de San Gregorio Nacianceno, estaba dirigido por los obreros de las fábricas imperiales que blandiendo el peaje de su trabajo exigían la liberación de su benefactor.
Sólo imitando las verdaderas virtudes de San Basilio podemos entrar con certeza en el verdadero combate en la arena social.
Los textos de los datos biográficos y los comentarios provienen de notas personales tomadas por Atila S. Guimarães de 1964 a 1995. Dado que la fuente es un cuaderno personal, es posible que a veces las notas biográficas transcritas aquí no sean rigurosas siga el texto original leído por el Prof. Plinio. Los comentarios también se han adaptado y traducido para el sitio de TIA.