El Santo del Día
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San Francisco de Sales - 29 de enero
Comentarios del Prof. Plinio:
Poniéndonos como ejemplo a los Santos, la Iglesia Católica destruye – sin entrar en controversias – la noción de supuesta ignorancia de quienes siguen la enseñanza de Nuestro Señor Jesucristo.
Entre estos santos encontramos, de hecho, muchos que dedicaron su vida al trabajo humilde y a la educación despreciada para cultivar la única sabiduría verdadera, que es el amor de Dios. Sin embargo, junto a ellos están, en no menor número, reyes, reinas, nobles y grandes eruditos que nos recuerdan con la fuerza irrefutable de los hechos que seguir a Nuestro Señor Jesucristo no exige más que una voluntad generosa.
El rango social y la erudición son los dos puntos débiles que los incrédulos imaginan que existen para la difusión de la Iglesia. La Iglesia responde con vidas de sus Santos, como la de San Francisco de Sales, quien unió la nobleza de su familia a una educación privilegiada adquirida en las mejores instituciones educativas de Francia.
San Francisco, nacido en la noble familia Sales del Ducado de Saboya, fue enviado por su padre a París para estudiar. Sin embargo, su madre temía por la virtud de su hijo solo en una gran ciudad. Cuando se despidió de él, le recomendó con insistencia que frecuentara los sacramentos y le dijo que prefería verlo muerto antes que enterarse de que había cometido un pecado mortal.
San Francisco progresó rápidamente en los estudios; fue admirado por sus profesores y colegas tanto por su inteligencia como por la virtud que practicó en medio de tantos peligros, recibiendo a menudo los Sacramentos.
Nuestro Señor deseaba muchas cosas de San Francisco y, por eso, le envió un período de completa sequedad espiritual que venía de la idea de que estaba predestinado al Infierno a pesar de cualquier esfuerzo que hiciera para salvarse.
Obsesionado por esta idea, un día San Francisco, casi desesperado, se arrodilló ante los pies de una estatua de Nuestra Señora de la Liberación en la Iglesia de Saint-Étienne-des-Grès en París. Llorando, dijo la oración de San Bernardo – el Memorare – agregando este final: “Oh mi Señora y Reina, sé mi intercesora ante Tu Hijo, porque nunca lo veré si tengo la desgracia de no amar a Dios en la próxima vida. Amadísima Señora, al menos dame la gracia de amarlo tanto como sea posible mientras esté aquí”.
A partir de ese día la tentación cesó por completo. Nuestro Señor escuchó la hermosa oración de San Francisco, quien se entregó enteramente a la voluntad de Dios hasta el punto de ofrecerse sin vacilación para amarlo y servirlo en este mundo sin recompensa alguna en el venidero.
Cuando terminó sus estudios, San Francisco fue ordenado sacerdote, en contra de los deseos de su padre, quien deseaba una carrera política para su hijo. El Papa lo nombró preboste de la Catedral de Ginebra, ciudad en el centro de la herejía calvinista.
San Francisco participó en campañas celosas allí en sus esfuerzos por destruir esa rama de la herejía protestante. Trajo a 72.000 calvinistas de regreso a la Iglesia Católica. En 1602 muere el obispo de Ginebra y pasa a sus manos la diócesis; visitó cada parte exhortando a los fieles a perseverar en la Fe y mostrando a los herejes sus errores.
Dirigió la diócesis durante 22 años, superando las muchas emboscadas que los calvinistas siempre hacían contra el gran obispo. En cambio, causó muchas derrotas y pérdidas en sus filas por sus palabras, mansedumbre y ejemplo.
A los 56 años San Francisco entregó su alma a Dios. Veintitrés años después de su muerte, el Papa Alejandro VII insertó su nombre en el catálogo de los Santos. En 1877 fue declarado Doctor de la Iglesia por el Papa Pío IX y nombrado Patrono de los escritores y periodistas.
San Francisco fue un verdadero guerrero de la Iglesia contra la herejía. Hoy la prensa católica está obligada a librar el mismo combate ya que el mundo está cayendo en el abismo de la herejía y disolución de las buenas costumbres. Lamentablemente, esto está sucediendo con la complicidad de casi todos los medios de comunicación.
Son pocos los órganos representantes de la prensa católica que se oponen a esta ola. Sólo el espíritu de sacrificio que animó a San Francisco de Sales a combatir en su seno la herejía calvinista les dará la fuerza para combatir con eficacia la mala prensa, que esconde un verdadero odio a la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo tras su supuesta neutralidad. .
Que San Francisco de Sales interceda ante Nuestro Señor para procurar la gracia necesaria, sin la cual nada se puede hacer, y para dar a los periodistas católicos el espíritu de sacrificio necesario para cumplir su misión.
(Este texto reproduce un artículo del Prof. Plinio en O Legionario, 23 de enero de 1938)
El Santo del día
Las características más destacadas de la vida de los santos se basan en los comentarios realizados por el fallecido Prof. Plinio Corrêa de Oliveira. Siguiendo el ejemplo de San Juan Bosco, quien solía hacer charlas similares para los chicos de su colegio, cada tarde era la costumbre del profesor Plinio hacer un breve comentario sobre las vidas del santo del día siguiente en una reunión para jóvenes con el fin de alentarlos en la práctica de la virtud y el amor por la Iglesia Católica. TIA pensó que sus lectores podrían beneficiarse de estos valiosos comentarios.
Los textos de los datos biográficos y los comentarios provienen de notas personales tomadas por Atila S. Guimarães de 1964 a 1995. Dado que la fuente es un cuaderno personal, es posible que a veces las notas biográficas transcritas aquí no sean rigurosas siga el texto original leído por el Prof. Plinio. Los comentarios también se han adaptado y traducido para el sitio de TIA.
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Poniéndonos como ejemplo a los Santos, la Iglesia Católica destruye – sin entrar en controversias – la noción de supuesta ignorancia de quienes siguen la enseñanza de Nuestro Señor Jesucristo.
El rango social y la erudición son los dos puntos débiles que los incrédulos imaginan que existen para la difusión de la Iglesia. La Iglesia responde con vidas de sus Santos, como la de San Francisco de Sales, quien unió la nobleza de su familia a una educación privilegiada adquirida en las mejores instituciones educativas de Francia.
San Francisco, nacido en la noble familia Sales del Ducado de Saboya, fue enviado por su padre a París para estudiar. Sin embargo, su madre temía por la virtud de su hijo solo en una gran ciudad. Cuando se despidió de él, le recomendó con insistencia que frecuentara los sacramentos y le dijo que prefería verlo muerto antes que enterarse de que había cometido un pecado mortal.
San Francisco progresó rápidamente en los estudios; fue admirado por sus profesores y colegas tanto por su inteligencia como por la virtud que practicó en medio de tantos peligros, recibiendo a menudo los Sacramentos.
Nuestro Señor deseaba muchas cosas de San Francisco y, por eso, le envió un período de completa sequedad espiritual que venía de la idea de que estaba predestinado al Infierno a pesar de cualquier esfuerzo que hiciera para salvarse.
Nuestra Señora de la Liberación (la Virgen Negra)
A partir de ese día la tentación cesó por completo. Nuestro Señor escuchó la hermosa oración de San Francisco, quien se entregó enteramente a la voluntad de Dios hasta el punto de ofrecerse sin vacilación para amarlo y servirlo en este mundo sin recompensa alguna en el venidero.
Cuando terminó sus estudios, San Francisco fue ordenado sacerdote, en contra de los deseos de su padre, quien deseaba una carrera política para su hijo. El Papa lo nombró preboste de la Catedral de Ginebra, ciudad en el centro de la herejía calvinista.
San Francisco participó en campañas celosas allí en sus esfuerzos por destruir esa rama de la herejía protestante. Trajo a 72.000 calvinistas de regreso a la Iglesia Católica. En 1602 muere el obispo de Ginebra y pasa a sus manos la diócesis; visitó cada parte exhortando a los fieles a perseverar en la Fe y mostrando a los herejes sus errores.
Dirigió la diócesis durante 22 años, superando las muchas emboscadas que los calvinistas siempre hacían contra el gran obispo. En cambio, causó muchas derrotas y pérdidas en sus filas por sus palabras, mansedumbre y ejemplo.
San Francisco de Sales, celoso luchador contra la herejía calvinista
San Francisco fue un verdadero guerrero de la Iglesia contra la herejía. Hoy la prensa católica está obligada a librar el mismo combate ya que el mundo está cayendo en el abismo de la herejía y disolución de las buenas costumbres. Lamentablemente, esto está sucediendo con la complicidad de casi todos los medios de comunicación.
Son pocos los órganos representantes de la prensa católica que se oponen a esta ola. Sólo el espíritu de sacrificio que animó a San Francisco de Sales a combatir en su seno la herejía calvinista les dará la fuerza para combatir con eficacia la mala prensa, que esconde un verdadero odio a la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo tras su supuesta neutralidad. .
Que San Francisco de Sales interceda ante Nuestro Señor para procurar la gracia necesaria, sin la cual nada se puede hacer, y para dar a los periodistas católicos el espíritu de sacrificio necesario para cumplir su misión.
(Este texto reproduce un artículo del Prof. Plinio en O Legionario, 23 de enero de 1938)
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Los textos de los datos biográficos y los comentarios provienen de notas personales tomadas por Atila S. Guimarães de 1964 a 1995. Dado que la fuente es un cuaderno personal, es posible que a veces las notas biográficas transcritas aquí no sean rigurosas siga el texto original leído por el Prof. Plinio. Los comentarios también se han adaptado y traducido para el sitio de TIA.