El Santo del Día
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San Ivo de Chartres - 23 de mayo
Selección biográfica:
En 1092 el rey Felipe I de Francia repudió a su legítima esposa Berta de Holanda para casarse con Bertade de Anjou, esposa de uno de sus nobles vasallos, alegando que un tribunal de obispos lo apoyó en su nuevo matrimonio.
El rey llamó a San Ivo, obispo de Chartres, para que apoyara su acción. Ivo era famoso por su conocimiento del derecho canónico y fue Felipe I quien lo nombró para la sede de Chartres.
San Ivo respondió al Soberano con estas palabras:
“Las palabras que le dije personalmente a Su Alteza Serena antes de su juramento, ahora me tomo la libertad de escribirlas. No deseo ni puedo asistir a la celebración de su matrimonio. Incluso si un Consejo general decidiera su legitimidad, yo no lo haría. Mi conciencia, que debo mantener pura ante Dios, y mi reputación de obispo me lo impiden. Preferiría ser arrojado a las profundidades del océano con una piedra atada al cuello que ser objeto de escándalo”.
Cuando el rey decidió seguir adelante con el matrimonio, el papa Urbano II nombró al arzobispo Hugo de Lyon como su representante en Francia para condenar al monarca. Pero Hugo temía disgustar al rey y numerosos obispos le aconsejaron que rechazara la misión. Entonces, St. Ivo le escribió al vacilante Hugo:
“Quien goza de buena salud no necesita médicos; los necesitan los enfermos... Aunque Herodías se casó con Herodes y pidió la cabeza de San Juan Bautista, fue necesario que Juan dijera: 'No es lícito que repudies a tu esposa y tomes la esposa de otro... Los hombres más malvados luchan contra la Iglesia, es más necesario, tener el valor de defenderla y sacarla de las ruinas. No hablo así para enseñarte, sino para persuadirte de que tomes el arado para arrancar las espinas del campo del Señor”.
El Rey fue excomulgado y su matrimonio impedido. Luego, convocó a San Ivo para que se reuniera con él y sus ministros en Chaumont y Pontoise. San Ivo respondió:
“Muchas razones me impiden obedecer la orden de Su Excelencia. La primera es que el Papa Urbano, por Su autoridad apostólica, le prohibió quedarse con la mujer que considera su esposa. Si no se separa de Bertade, la misma autoridad prohibirá a todos los obispos coronar a esta mujer.
“Por respeto a Su Majestad no deseo acercarme a usted, temiendo que para cumplir las órdenes de la Santa Sede, a la que debo obediencia como a Jesucristo, me vería obligado a gritar a los cuatro vientos lo que ahora escribo a discreción.
“Otra razón es que la mayoría de mis vasallos y soldados están ausentes o excomulgados. No puedo levantar su excomunión hasta que no hayan reparado debidamente, ni puedo enviarlos a combatir mientras estén excomulgados”.
Comentarios del Prof. Plinio:
Aquí ve el problema: la Iglesia prohíbe el divorcio.
Estamos en presencia de un rey de Francia que quiere divorciarse de su esposa y pseudo casarse con otra mujer. El drama se desarrolla en el contexto de la Iglesia católica. El Rey intenta ganarse el apoyo de los obispos para su acción. Busca un tribunal para anular su matrimonio con el fin de legitimar el próximo matrimonio.
Pero se enfrenta a un obispo valeroso que se niega a participar en este tribunal y frustra su propósito. El Papa es informado de la intención del Rey y lo excomulga. El Papa ordena a un Legado temeroso que aplique la excomunión. Este Legado recibe el consejo de varios obispos temerosos de no realizar la excomunión ya que podría acarrearle penas temporales.
En cada uno de estos movimientos, vemos a San Ivo de Chartres interviniendo con gran energía. Escribe al rey rechazando su aprobación para el matrimonio y frustrando al tribunal. Escribe al Legado aconsejándole que aplique la excomunión hecha por el Papa. En el último movimiento, el Rey lo convoca para reunirse con sus ministros. La selección implica que sería un encuentro donde se coronaría a la pseudo-reina.
Escribe con diplomacia que, por respeto al Rey, no desea asistir a esa reunión para no tomar una posición pública contra el Rey que su conciencia le obligaría a tomar. Prefiere escribir antes que decirlo en público. Si el Rey lo obliga a asistir, deberá anunciar ante todos la situación moral del Rey. La posición del Santo es tan lógica que prescinde de la necesidad de comentarios. Hizo lo que debía hacer.
¿Cuál es la lección que nos enseña esta vida?
Es tener dos cosas preciosas ante nuestros ojos:
Primero, es tener un espíritu lógico en nuestra Fe. Una vez que admitimos las enseñanzas de la fe católica, debemos vivir la fe hasta sus últimas consecuencias, incluso hasta el martirio.
La lógica es el orden natural de la mente. La recta inteligencia humana encuentra su reposo en la lógica, se deleita con la lógica. Por eso, hoy un espíritu recto siente un gran malestar en nuestra sociedad profundamente ilógica. Casi todo corre fuera del camino honesto, fuera del deber y la coherencia. Las personas tienen una especie de impulso voluptuoso de entrar en contradicción, de no cumplir con sus deberes y de no llevar el asunto a sus últimas consecuencias.
El espíritu liberal, el espíritu mordido por la Revolución, se enoja con la lógica. Muchas personas se disgustan cuando se enfrentan a un razonamiento lógico.
¿Cómo se explica esta actitud?
Son muy pocas las personas que tienen la suficiente seriedad, elevación de alma y fuerza de voluntad para mirarse objetivamente hasta las últimas consecuencias; para hacer un juicio completamente verdadero de sí mismos sin complacencia. Es decir, ver el fundamento maligno de la naturaleza humana y ver hacia dónde conducen sus acciones, para luego refrenarse en el punto fundamental de sus vicios.
Por naturaleza tengo muchos defectos, pero se pueden reducir a uno solo, un punto monárquico. Entonces, necesito conocer mi defecto monárquico. Por amor a Dios, tengo que conocer este defecto. Necesito saber relacionar cada una de mis acciones con este defecto. Necesito conocer la bestia salvaje que hay en mí cada vez que se mueve en cualquier dirección.
Esto no es fácil. Es una de las cosas más difíciles que existen y requiere la ayuda de la gracia. Es una tarea sobrehumana que solo se puede lograr con la ayuda de la gracia.
Ahora bien, dado que la gran mayoría de las personas no afrontan sus defectos - huyendo de confrontarlos - cuando escuchan un razonamiento lógico, a menudo se plantean problemas de conciencia que no quieren afrontar. La falta de popularidad de la lógica proviene de esta negativa a enfrentar los defectos de uno.
Deberíamos amar la lógica como lo hizo San Ivo de Chartres. Tenía un espíritu lógico y deberíamos estar encantados de ver a alguien tan lógico como este. Si no nos gusta es porque nos estamos engañando en algún punto.
Si esto sucede, debemos pedirle a Nuestra Señora la gracia de vernos a nosotros mismos hasta el mismo fundamento de nuestras almas.
Segundo, otra cosa que agrada es ver esta lógica en un obispo. Ningún otro oficio en el mundo pide más lógica que la del obispo. Él es el amo, el médico, el pastor de sus ovejas; Dios lo investió con el poder de enseñar y santificar a su rebaño. Ahora bien, todas estas cosas deben hacerse con verdad, coherencia y, por tanto, lógica.
¡Cuán atormentador es para nosotros ver obispos ilógicos, obispos temerosos! ¡Qué malestar le causan estas cosas a nuestras almas!
¡Qué alivio ver brillar la verdadera luz en los candelabros: ver en el oficio de un obispo a un hombre verdaderamente lógico! Esto nos hace sentir algo de la belleza de la Iglesia. Y dado que la belleza de la Iglesia es la mayor belleza del universo, deberíamos, y especialmente en nuestra época, ser ávidos coleccionistas de estas gotas de belleza y admirarlas.
El Santo del día
Las características más destacadas de la vida de los santos se basan en los comentarios realizados por el fallecido Prof. Plinio Corrêa de Oliveira. Siguiendo el ejemplo de San Juan Bosco, quien solía hacer charlas similares para los chicos de su colegio, cada tarde era la costumbre del profesor Plinio hacer un breve comentario sobre las vidas del santo del día siguiente en una reunión para jóvenes con el fin de alentarlos en la práctica de la virtud y el amor por la Iglesia Católica. TIA pensó que sus lectores podrían beneficiarse de estos valiosos comentarios.
Los textos de los datos biográficos y los comentarios provienen de notas personales tomadas por Atila S. Guimarães de 1964 a 1995. Dado que la fuente es un cuaderno personal, es posible que a veces las notas biográficas transcritas aquí no sean rigurosas siguiendo el texto original leído por el Prof. Plinio. Los comentarios también se han adaptado y traducido para el sitio de TIA.
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En 1092 el rey Felipe I de Francia repudió a su legítima esposa Berta de Holanda para casarse con Bertade de Anjou, esposa de uno de sus nobles vasallos, alegando que un tribunal de obispos lo apoyó en su nuevo matrimonio.
San Ivo de Chartres
San Ivo respondió al Soberano con estas palabras:
“Las palabras que le dije personalmente a Su Alteza Serena antes de su juramento, ahora me tomo la libertad de escribirlas. No deseo ni puedo asistir a la celebración de su matrimonio. Incluso si un Consejo general decidiera su legitimidad, yo no lo haría. Mi conciencia, que debo mantener pura ante Dios, y mi reputación de obispo me lo impiden. Preferiría ser arrojado a las profundidades del océano con una piedra atada al cuello que ser objeto de escándalo”.
Cuando el rey decidió seguir adelante con el matrimonio, el papa Urbano II nombró al arzobispo Hugo de Lyon como su representante en Francia para condenar al monarca. Pero Hugo temía disgustar al rey y numerosos obispos le aconsejaron que rechazara la misión. Entonces, St. Ivo le escribió al vacilante Hugo:
San Ivo comparó el adulterio del rey con el de Herodes y Herodías, arriba
El Rey fue excomulgado y su matrimonio impedido. Luego, convocó a San Ivo para que se reuniera con él y sus ministros en Chaumont y Pontoise. San Ivo respondió:
“Muchas razones me impiden obedecer la orden de Su Excelencia. La primera es que el Papa Urbano, por Su autoridad apostólica, le prohibió quedarse con la mujer que considera su esposa. Si no se separa de Bertade, la misma autoridad prohibirá a todos los obispos coronar a esta mujer.
“Por respeto a Su Majestad no deseo acercarme a usted, temiendo que para cumplir las órdenes de la Santa Sede, a la que debo obediencia como a Jesucristo, me vería obligado a gritar a los cuatro vientos lo que ahora escribo a discreción.
“Otra razón es que la mayoría de mis vasallos y soldados están ausentes o excomulgados. No puedo levantar su excomunión hasta que no hayan reparado debidamente, ni puedo enviarlos a combatir mientras estén excomulgados”.
Comentarios del Prof. Plinio:
Aquí ve el problema: la Iglesia prohíbe el divorcio.
Estamos en presencia de un rey de Francia que quiere divorciarse de su esposa y pseudo casarse con otra mujer. El drama se desarrolla en el contexto de la Iglesia católica. El Rey intenta ganarse el apoyo de los obispos para su acción. Busca un tribunal para anular su matrimonio con el fin de legitimar el próximo matrimonio.
Pero se enfrenta a un obispo valeroso que se niega a participar en este tribunal y frustra su propósito. El Papa es informado de la intención del Rey y lo excomulga. El Papa ordena a un Legado temeroso que aplique la excomunión. Este Legado recibe el consejo de varios obispos temerosos de no realizar la excomunión ya que podría acarrearle penas temporales.
En cada uno de estos movimientos, vemos a San Ivo de Chartres interviniendo con gran energía. Escribe al rey rechazando su aprobación para el matrimonio y frustrando al tribunal. Escribe al Legado aconsejándole que aplique la excomunión hecha por el Papa. En el último movimiento, el Rey lo convoca para reunirse con sus ministros. La selección implica que sería un encuentro donde se coronaría a la pseudo-reina.
El rey Felipe I de Francia con su amante
Bertade de Anjou
¿Cuál es la lección que nos enseña esta vida?
Es tener dos cosas preciosas ante nuestros ojos:
Primero, es tener un espíritu lógico en nuestra Fe. Una vez que admitimos las enseñanzas de la fe católica, debemos vivir la fe hasta sus últimas consecuencias, incluso hasta el martirio.
La lógica es el orden natural de la mente. La recta inteligencia humana encuentra su reposo en la lógica, se deleita con la lógica. Por eso, hoy un espíritu recto siente un gran malestar en nuestra sociedad profundamente ilógica. Casi todo corre fuera del camino honesto, fuera del deber y la coherencia. Las personas tienen una especie de impulso voluptuoso de entrar en contradicción, de no cumplir con sus deberes y de no llevar el asunto a sus últimas consecuencias.
El espíritu liberal, el espíritu mordido por la Revolución, se enoja con la lógica. Muchas personas se disgustan cuando se enfrentan a un razonamiento lógico.
¿Cómo se explica esta actitud?
Son muy pocas las personas que tienen la suficiente seriedad, elevación de alma y fuerza de voluntad para mirarse objetivamente hasta las últimas consecuencias; para hacer un juicio completamente verdadero de sí mismos sin complacencia. Es decir, ver el fundamento maligno de la naturaleza humana y ver hacia dónde conducen sus acciones, para luego refrenarse en el punto fundamental de sus vicios.
Por naturaleza tengo muchos defectos, pero se pueden reducir a uno solo, un punto monárquico. Entonces, necesito conocer mi defecto monárquico. Por amor a Dios, tengo que conocer este defecto. Necesito saber relacionar cada una de mis acciones con este defecto. Necesito conocer la bestia salvaje que hay en mí cada vez que se mueve en cualquier dirección.
Esto no es fácil. Es una de las cosas más difíciles que existen y requiere la ayuda de la gracia. Es una tarea sobrehumana que solo se puede lograr con la ayuda de la gracia.
Ahora bien, dado que la gran mayoría de las personas no afrontan sus defectos - huyendo de confrontarlos - cuando escuchan un razonamiento lógico, a menudo se plantean problemas de conciencia que no quieren afrontar. La falta de popularidad de la lógica proviene de esta negativa a enfrentar los defectos de uno.
Báculo de marfil de San Ivo de Chartres
Si esto sucede, debemos pedirle a Nuestra Señora la gracia de vernos a nosotros mismos hasta el mismo fundamento de nuestras almas.
Segundo, otra cosa que agrada es ver esta lógica en un obispo. Ningún otro oficio en el mundo pide más lógica que la del obispo. Él es el amo, el médico, el pastor de sus ovejas; Dios lo investió con el poder de enseñar y santificar a su rebaño. Ahora bien, todas estas cosas deben hacerse con verdad, coherencia y, por tanto, lógica.
¡Cuán atormentador es para nosotros ver obispos ilógicos, obispos temerosos! ¡Qué malestar le causan estas cosas a nuestras almas!
¡Qué alivio ver brillar la verdadera luz en los candelabros: ver en el oficio de un obispo a un hombre verdaderamente lógico! Esto nos hace sentir algo de la belleza de la Iglesia. Y dado que la belleza de la Iglesia es la mayor belleza del universo, deberíamos, y especialmente en nuestra época, ser ávidos coleccionistas de estas gotas de belleza y admirarlas.
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Los textos de los datos biográficos y los comentarios provienen de notas personales tomadas por Atila S. Guimarães de 1964 a 1995. Dado que la fuente es un cuaderno personal, es posible que a veces las notas biográficas transcritas aquí no sean rigurosas siguiendo el texto original leído por el Prof. Plinio. Los comentarios también se han adaptado y traducido para el sitio de TIA.