Las Oraciones Leoninas
Oraciones después de la Misa Baja
Las Oraciones Leoninas fueron prescritas por el Papa León XIII para ser dichas por el sacerdote y la congregación después de la Misa rezada. La intención original era la defensa de la soberanía temporal de la Santa Sede. En 1904, San Pío X concedió permiso para agregar al final de las Oraciones Leoninas una triple invocación: "Sacratísimo Corazón de Jesús, ten piedad de nosotros". En 1929, Pío XI ordenó que las oraciones se rezaran por la conversión de Rusia, en alusión a la petición de Nuestra Señora en Fátima, y que habitualmente se recen de rodillas.
Después del Concilio Vaticano II, las oraciones ya no se decían. El Vaticano II se había negado a condenar el comunismo, mientras que Pablo VI, después de su elección en 1963, comenzó a acercarse a los países comunistas con la “Ostpolitik del Vaticano”: la política de deténte con el comunismo. Dado que las Oraciones leoninas eran un recordatorio de los planes de Moscú para la expansión universal, fueron de las primeras cosas en desaparecer.
Ave María (3 veces)
Ave María, grátia plena, Dóminus tecum, benedícta tu in muliéribus, et benedíctus frúctus véntris tui, Jésus.
Sáncta María, Mater Déi, ora pro nóbis peccatóribus, nunc et in hora mortis nóstrae. Amen. |
Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo; bendita eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
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Salve Regina - Salve
Sálve Regina, Máter misericórdiae, vita, dulcédo, et spes nóstra, sálve. Ad te clamámus, éxsules filii Evae. Ad te suspirámus geméntes et fientes in hac lacrymárum valle. Eia ergo, advocáta nóstra, illos tuos misericórdes óculos ad nos convérte. Et Jésum, benedíctum frúctum véntris tui, nóbis, post hoc exilium osténde. O clémens, o pía, o dúlcis Virgo María. Ora pro nóbis, Sáncta Déi Génitrix. Ut dígni efficiámur promissiónibus Christi.
Orémus.
Deus, refúgium nóstrum et vírtus, pópulum ad te clamántem propítius réspice; et intercedénte gloriósa, et immaculáta Virgine Dei Genitríce María, cum beáto Joseph, ejus Spónso, ac beátis Apóstolis tuis Petro et Paulo, et ómnibus Sánctis, quas pro conversióne peccatórum, pro libertáte et exaltatióne sanctae Matris Ecclésiae, preces effúndimus, miséricors et benígnus exáudi. Per eúndum Chrístum Dóminum nostrum. Amen.
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Dios te Salve Reina y Madre, Madre de Misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te salve, a Tí clamamos, los desterrados hijo de Eva. A tí suplicamos, gimiendo y llorando en este valle de lágrimas. Ea pues Señora Abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos y después de este destierro, muéstranos a Jesús fruto bendito de tu vientre. Oh clemente, Oh piadosa, Oh dulce siempre Virgen María. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios. Para que seamos dignos de las promesas y gracias de Nuestro Señor Jesucristo.
Oremos.
Oh Dios, nuestro refugio y nuestra fortaleza, mira hacia abajo con misericordia sobre el pueblo que clama a Ti; y por intercesión de la gloriosa e inmaculada Virgen María, Madre de Dios, de san José su esposo, de los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo, y de todos los santos, en tu misericordia y bondad escucha nuestras oraciones por la conversión de los pecadores, y por la libertad y exaltación de la Santa Madre la Iglesia. Por el mismo Cristo Nuestro Señor. Amén.
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Oración a San Miguel Arcángel
Sáncte Micháel Archángele, defénde nos in proélio; contra nequítiam et insídias diáboli esto praesídium. Impéret illi Deus, súpplices deprecámur: tuque, Prínceps milítiae caeléstis, Sátanam aliósque spíritus malígnos, qui ad perditiónem animárum pervagántur in mundo, divína virtúte in inférnum detrúde. Amen.
V. Cor Jesu sacratíssimum. R. Miserére nobis.
V. Cor Jesu sacratíssimum. R. Miserére nobis.
V. Cor Jesu sacratíssimum. R. Miserére nobis.
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San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla, sé nuestro amparo contra las malicias y asechanzas del Diablo. Que Dios lo refrene, rogamos humildemente: y tú, oh príncipe de los ejércitos celestiales, por el poder de Dios, arroja al Infierno a Satanás y a todos los espíritus malignos que merodean por el mundo para la ruina de las almas.
Amen.
V. Sacratísimo Corazón de Jesús,
R. Ten piedad de nosotros.
V. Sacratísimo Corazón de Jesús,
R. Ten piedad de nosotros.
V. Sacratísimo Corazón de Jesús,
R. Ten piedad de nosotros.
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Publicado el 19 de diciembre de 2022
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