Personalidades
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La última carta de García Moreno
Gabriel García Moreno (1821-1875) había gobernado la República del Ecuador durante casi 15 años y estaba a punto de entrar en su tercera presidencia, para la que había sido reelegido por la gran mayoría del pueblo, cuando fue asesinado por orden de la masonería alemana el 9 de agosto de 1875. El atroz crimen tuvo lugar en la plaza del Palacio Presidencial en Quito.
Al comenzar su gobierno, este ilustre hombre encontró el Estado sumido en un gran desorden, regido por un gobierno masónico y liberal anticlerical. Gracias a su profundo ingenio, su destreza, su firmeza en la ejecución de sus planes y, sobre todo, a su piedad y confianza en Dios, no solo reformó las costumbres, sino que también puso orden en todos los aspectos de la administración política, convirtiendo al país en un modelo de auténtica comunidad católica en una época en que esto parecía imposible.
García Moreno se destacó por su piedad. Aunque agobiado por las incesantes y pesadas preocupaciones del cargo, siempre encontraba tiempo para oír misa cada mañana y rezar el rosario cada noche. Antes de emprender cualquier acción importante, se acercaba al Santísimo Sacramento para recibir la luz de la Fuente de la Sabiduría. De hecho, fue justo al salir de la iglesia cuando recibió la puñalada fatal del asesino.
Este fervor religioso le infundió un gran celo por la gloria de Dios y una profunda devoción al Vicario de Cristo. Basta decir que, cuando se trató de concluir un Concordato con la Santa Sede, envió a su embajador a Roma con un documento que no tenía nada escrito excepto su firma. Como acto de confianza en el Pontífice Pío IX, deseaba que el Santo Padre llenara la hoja en blanco con lo que le pareciera justo y propicio para el bien de la Iglesia y el verdadero bienestar del pueblo.
Cuando la revolución entró triunfante en Roma por la brecha de Porta Pia en 1870, poniendo fin a los Estados Pontificios, García Moreno fue el único que se presentó entre los gobernantes para protestar solemnemente contra la usurpación sacrílega. Y para aliviar el sufrimiento del Pontífice despojado, convertido en un verdadero "prisionero en el Vaticano", solicitó al Congreso que votara una considerable suma de dinero para ser enviada mensualmente al Papa como tributo de fidelidad del país.
Su piedad y devoción filial a la Iglesia se expresan quizás mejor en el mensaje que compuso al Congreso, el cual terminó de escribir pocas horas antes de su muerte. Esa carta ensangrentada fue encontrada en su seno después del asesinato.
Decía así:
“Senadores y Representantes. De todos los grandes dones que Dios ha concedido a nuestra República con el inagotable tesoro de su misericordia, considero que el mayor es verlos reunidos, mediante su protección, bajo la sombra de la paz que nos concede y preserva, aunque no somos nada, ni capaces de nada, ni sabemos cómo corresponder a su bondad paternal excepto con una ingratitud inexcusable y vergonzosa.
Pero hace unos años, Ecuador vivía a diario esas tristes palabras, pronunciadas por primera vez por el «libertador» Bolívar en su último mensaje al Congreso de 1830: «Me avergüenza confesarlo, la independencia es el único bien que hemos adquirido, y eso a costa de todos los demás».
Desde entonces, sin embargo, poniendo toda nuestra esperanza en Dios, nos hemos distanciado del torrente de impiedad y apostasía que asola al mundo en esta era de errores, y hoy nos hemos reorganizado en una nación verdaderamente católica. Y vemos que todo ha redundado en el bien y la prosperidad de nuestro querido país.
“Ecuador era un cadáver, del que la vida había huido; como un cadáver yacía, presa de la multitud de horribles insectos que la libertad o la putrefacción criaban continuamente en la oscuridad del sepulcro. Pero hoy, al mandato de esa Voz suprema que ordenó a Lázaro levantarse de su fétida tumba, nuestro país también ha vuelto a la vida, aunque aún conserva las ataduras y el sudario de la muerte, es decir, los restos de la miseria y la corrupción en que fuimos sepultados.
“Para demostrar la veracidad de mis palabras, basta con hacer un breve recuento de los avances que hemos logrado en los dos últimos años, tal como los encuentro registrados con mayor detalle en los documentos e informes particulares de cada ministro. Y para determinar con mayor exactitud cuánto hemos avanzado durante este período de regeneración, compararé el estado actual de cosas con el del que partimos; no, ciertamente, para nuestra propia alabanza, sino para glorificar a Aquel a quien todo le debemos, y a quien adoramos como nuestro Redentor y Padre, como nuestro Protector y Dios”. (A continuación, enumera todas las ventajas obtenidas, que resume).
A la plena libertad que la Iglesia goza entre nosotros y al celo apostólico de nuestros virtuosos pastores se deben la reforma del clero, la mejora de la moral y la disminución de la delincuencia, lo cual es tan sorprendente que, en una población de más de un millón, no se encuentra un número suficiente de delincuentes para llenar nuestra penitenciaría.
A la Iglesia le debemos una vez más las congregaciones religiosas que producen tan abundantes frutos por la instrucción que imparten a niños y jóvenes, y la ayuda que brindan a los enfermos y abandonados. Somos sus deudores por la renovación del espíritu religioso en este año de jubileo y santificación, y por la conversión de 9.000 salvajes de nuestra provincia oriental a una vida cristiana y civilizada.
“Debido a la vasta extensión del territorio, en esta provincia existe la urgente necesidad de un segundo Vicariato. Si me autorizan a tratar este asunto con la Santa Sede, me encargaré de su establecimiento. Además, pretendo fomentar su comercio erradicando las especulaciones y las exacciones violentas a las que los pobres habitantes han estado sometidos durante mucho tiempo por parte de comerciantes inhumanos. Sin embargo, faltan trabajadores; y, para formar estos, debemos ayudar anualmente a nuestro venerable y celosísimo Arzobispo en la construcción de un gran seminario, que él no ha dudado en comenzar, contando con la protección del Cielo y nuestra propia y eficaz cooperación.
“No olviden que nuestros pequeños éxitos serían efímeros e inútiles si no hubiéramos fundado el orden social de nuestra República sobre la roca siempre combatida y siempre victoriosa de la Iglesia Católica. Su enseñanza divina, que ni los individuos ni las naciones pueden rechazar sin perderse a sí mismos, es la regla de nuestras instituciones y la ley de nuestra legislación.
Como hijos fieles y dóciles de ese venerable, augusto e infalible Pontífice, a quien todos los poderes de la tierra han abandonado mientras una vil y cobarde impiedad lo asedia, hemos continuado enviándole mensualmente nuestro pequeño socorro pecuniario, reservado por usted para él en 1863. Ya que nuestra falta de fuerza nos obliga a permanecer como espectadores pasivos de su lento martirio, que este pobre obsequio sea al menos una prueba de nuestra buena voluntad y afecto, y una prenda de nuestra obediencia y fidelidad.
Dentro de unos días expirará mi actual mandato. La República ha disfrutado de seis años de paz, interrumpidos solo por un levantamiento momentáneo en 1879 de los indígenas de Riobamba contra la población blanca. Durante estos seis años hemos avanzado a pasos agigantados hacia el verdadero progreso bajo la visible protección de la Providencia. Los resultados habrían sido sin duda mucho más magníficos si hubiera poseído las cualidades para gobernar, de las que lamentablemente carezco, o si me hubiera esforzado por ser más ferviente en la realización del bien.
“Si he cometido faltas, les pido mil disculpas, y con sincero pesar imploro el perdón de todos mis conciudadanos, convencido de que mi voluntad no tuvo nada que ver con ellas. Si, sin embargo, creen que he tenido éxito en algo, atribuyanlo primero a Dios y a la Inmaculada Dispensadora de los inagotables tesoros de su misericordia, y después a ustedes mismos, al pueblo, al ejército y a todos los que me han ayudado con sus consejos y fidelidad en el cumplimiento de mis arduos deberes.”
Firmada, Gabriel García Moreno
Quito, agosto de 1865
Así habla un gobernante católico. Este testimonio fue sellado con su propia sangre, pues lo escribió poco antes de ser sorprendido por sus asesinos. Es un testimonio aún más conmovedor porque parece prever ese trágico momento en el que, como aquel padre intachable, pidió perdón a sus subordinados, como si hubiera hecho otra cosa que concederles desinteresadamente tantos beneficios.
García Moreno confronta el liberalismo
Parece oportuno concluir con un breve resumen de cómo este valiente líder confrontó y conquistó, con la ayuda de Dios, el espíritu liberal de su época:
• García Moreno comenzó con Dios y lo colocó a la cabeza del gobierno de su pueblo. El liberalismo aspira a un Estado ateo y considera una vergüenza incluso mencionar el nombre de Dios en actos públicos.
• García Moreno deseaba una unión íntima con la Iglesia Católica, declarando que esta debe ser el fundamento del orden social y que su enseñanza debe ser la guía de todas las leyes e instituciones humanas. El liberalismo no solo separa a la Iglesia del Estado, sino que también eleva al Estado por encima de la Iglesia, haciendo de las leyes civiles la norma a la que deben referirse todas las leyes eclesiásticas.
• García Moreno deseaba la plena libertad de los pastores de la Iglesia y obtuvo de ellos a cambio la reforma del clero y la moral del pueblo. El liberalismo obstaculiza la acción de los obispos, incita al bajo clero a rebelarse contra sus superiores e intenta apartar al pueblo de la influencia tanto de los obispos como de los sacerdotes.
• García Moreno apoyó las instituciones religiosas ya existentes y las amplió. El liberalismo las abolió.
• Moreno respetó la propiedad eclesiástica y contribuyó a la financiación de nuevos seminarios. El liberalismo confisca los bienes de la Iglesia y clausura los seminarios.
• Moreno confió la educación e instrucción de la juventud al clero y a las órdenes religiosas. El liberalismo impone la educación secular, excluyendo todo elemento religioso en la medida de lo posible.
• Moreno eliminó de su pueblo católico todo escándalo de falso culto. El liberalismo promueve la libertad de culto y abre la puerta a toda herejía e influencia corruptora de la moral pública.
• Moreno vio en sí mismo esa debilidad propia del hombre y atribuyó a Dios todo el bien que realizó. El liberalismo, inflado de orgullo satánico, se cree capaz de todo y lo atribuye todo a las facultades humanas.
Así, García Moreno puso en práctica la verdadera teoría del gobierno cristiano cuando, en perfecta oposición a los principios y deseos del liberalismo que prevalecía en su época, la aplicó sabiamente a la República del Ecuador.
Adaptado del artículo “Amigo del Sagrado Corazón y mártir de la justicia, N.A., en The Messenger of the Sacred Heart, Volumen III, 1976, Segunda Serie, Baltimore, 1876, págs. 63-74
Este Boletín mensual de la revista mensual del Apostolado de la Oración fue fundado en la Francia del siglo XIX por los jesuitas para luchar contra el liberalismo y la secularización que asolaba a las naciones y para devolver a los fieles a las devociones católicas tradicionales, especialmente a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Gabriel García Moreno 1821-1875
García Moreno se destacó por su piedad. Aunque agobiado por las incesantes y pesadas preocupaciones del cargo, siempre encontraba tiempo para oír misa cada mañana y rezar el rosario cada noche. Antes de emprender cualquier acción importante, se acercaba al Santísimo Sacramento para recibir la luz de la Fuente de la Sabiduría. De hecho, fue justo al salir de la iglesia cuando recibió la puñalada fatal del asesino.
Este fervor religioso le infundió un gran celo por la gloria de Dios y una profunda devoción al Vicario de Cristo. Basta decir que, cuando se trató de concluir un Concordato con la Santa Sede, envió a su embajador a Roma con un documento que no tenía nada escrito excepto su firma. Como acto de confianza en el Pontífice Pío IX, deseaba que el Santo Padre llenara la hoja en blanco con lo que le pareciera justo y propicio para el bien de la Iglesia y el verdadero bienestar del pueblo.

García Moreno firma el Concordato entre el Papa Pío IX y la República del Ecuador, 1862
Su piedad y devoción filial a la Iglesia se expresan quizás mejor en el mensaje que compuso al Congreso, el cual terminó de escribir pocas horas antes de su muerte. Esa carta ensangrentada fue encontrada en su seno después del asesinato.
Decía así:
“Senadores y Representantes. De todos los grandes dones que Dios ha concedido a nuestra República con el inagotable tesoro de su misericordia, considero que el mayor es verlos reunidos, mediante su protección, bajo la sombra de la paz que nos concede y preserva, aunque no somos nada, ni capaces de nada, ni sabemos cómo corresponder a su bondad paternal excepto con una ingratitud inexcusable y vergonzosa.

Llevando una gran cruz por las calles de Quito durante Semana Santa
Desde entonces, sin embargo, poniendo toda nuestra esperanza en Dios, nos hemos distanciado del torrente de impiedad y apostasía que asola al mundo en esta era de errores, y hoy nos hemos reorganizado en una nación verdaderamente católica. Y vemos que todo ha redundado en el bien y la prosperidad de nuestro querido país.
“Ecuador era un cadáver, del que la vida había huido; como un cadáver yacía, presa de la multitud de horribles insectos que la libertad o la putrefacción criaban continuamente en la oscuridad del sepulcro. Pero hoy, al mandato de esa Voz suprema que ordenó a Lázaro levantarse de su fétida tumba, nuestro país también ha vuelto a la vida, aunque aún conserva las ataduras y el sudario de la muerte, es decir, los restos de la miseria y la corrupción en que fuimos sepultados.
“Para demostrar la veracidad de mis palabras, basta con hacer un breve recuento de los avances que hemos logrado en los dos últimos años, tal como los encuentro registrados con mayor detalle en los documentos e informes particulares de cada ministro. Y para determinar con mayor exactitud cuánto hemos avanzado durante este período de regeneración, compararé el estado actual de cosas con el del que partimos; no, ciertamente, para nuestra propia alabanza, sino para glorificar a Aquel a quien todo le debemos, y a quien adoramos como nuestro Redentor y Padre, como nuestro Protector y Dios”. (A continuación, enumera todas las ventajas obtenidas, que resume).

García Moreno con los Jesuitas, a quienes regresó al país después de que fueron expulsados por un gobierno masónico anterior.
A la Iglesia le debemos una vez más las congregaciones religiosas que producen tan abundantes frutos por la instrucción que imparten a niños y jóvenes, y la ayuda que brindan a los enfermos y abandonados. Somos sus deudores por la renovación del espíritu religioso en este año de jubileo y santificación, y por la conversión de 9.000 salvajes de nuestra provincia oriental a una vida cristiana y civilizada.
“Debido a la vasta extensión del territorio, en esta provincia existe la urgente necesidad de un segundo Vicariato. Si me autorizan a tratar este asunto con la Santa Sede, me encargaré de su establecimiento. Además, pretendo fomentar su comercio erradicando las especulaciones y las exacciones violentas a las que los pobres habitantes han estado sometidos durante mucho tiempo por parte de comerciantes inhumanos. Sin embargo, faltan trabajadores; y, para formar estos, debemos ayudar anualmente a nuestro venerable y celosísimo Arzobispo en la construcción de un gran seminario, que él no ha dudado en comenzar, contando con la protección del Cielo y nuestra propia y eficaz cooperación.
“No olviden que nuestros pequeños éxitos serían efímeros e inútiles si no hubiéramos fundado el orden social de nuestra República sobre la roca siempre combatida y siempre victoriosa de la Iglesia Católica. Su enseñanza divina, que ni los individuos ni las naciones pueden rechazar sin perderse a sí mismos, es la regla de nuestras instituciones y la ley de nuestra legislación.

El Presidente rezando el Rosario con el pueblo trabajador, que lo amaba
Dentro de unos días expirará mi actual mandato. La República ha disfrutado de seis años de paz, interrumpidos solo por un levantamiento momentáneo en 1879 de los indígenas de Riobamba contra la población blanca. Durante estos seis años hemos avanzado a pasos agigantados hacia el verdadero progreso bajo la visible protección de la Providencia. Los resultados habrían sido sin duda mucho más magníficos si hubiera poseído las cualidades para gobernar, de las que lamentablemente carezco, o si me hubiera esforzado por ser más ferviente en la realización del bien.
“Si he cometido faltas, les pido mil disculpas, y con sincero pesar imploro el perdón de todos mis conciudadanos, convencido de que mi voluntad no tuvo nada que ver con ellas. Si, sin embargo, creen que he tenido éxito en algo, atribuyanlo primero a Dios y a la Inmaculada Dispensadora de los inagotables tesoros de su misericordia, y después a ustedes mismos, al pueblo, al ejército y a todos los que me han ayudado con sus consejos y fidelidad en el cumplimiento de mis arduos deberes.”

Quito, agosto de 1865
Así habla un gobernante católico. Este testimonio fue sellado con su propia sangre, pues lo escribió poco antes de ser sorprendido por sus asesinos. Es un testimonio aún más conmovedor porque parece prever ese trágico momento en el que, como aquel padre intachable, pidió perdón a sus subordinados, como si hubiera hecho otra cosa que concederles desinteresadamente tantos beneficios.
García Moreno confronta el liberalismo
Parece oportuno concluir con un breve resumen de cómo este valiente líder confrontó y conquistó, con la ayuda de Dios, el espíritu liberal de su época:

• García Moreno deseaba una unión íntima con la Iglesia Católica, declarando que esta debe ser el fundamento del orden social y que su enseñanza debe ser la guía de todas las leyes e instituciones humanas. El liberalismo no solo separa a la Iglesia del Estado, sino que también eleva al Estado por encima de la Iglesia, haciendo de las leyes civiles la norma a la que deben referirse todas las leyes eclesiásticas.
• García Moreno deseaba la plena libertad de los pastores de la Iglesia y obtuvo de ellos a cambio la reforma del clero y la moral del pueblo. El liberalismo obstaculiza la acción de los obispos, incita al bajo clero a rebelarse contra sus superiores e intenta apartar al pueblo de la influencia tanto de los obispos como de los sacerdotes.
• García Moreno apoyó las instituciones religiosas ya existentes y las amplió. El liberalismo las abolió.

García Moreno fue homenajeado después de su muerte con una guardia de honor en el patio de la Catedral mientras la gente procesionaba para rendirle homenaje.
• Moreno confió la educación e instrucción de la juventud al clero y a las órdenes religiosas. El liberalismo impone la educación secular, excluyendo todo elemento religioso en la medida de lo posible.
• Moreno eliminó de su pueblo católico todo escándalo de falso culto. El liberalismo promueve la libertad de culto y abre la puerta a toda herejía e influencia corruptora de la moral pública.
• Moreno vio en sí mismo esa debilidad propia del hombre y atribuyó a Dios todo el bien que realizó. El liberalismo, inflado de orgullo satánico, se cree capaz de todo y lo atribuye todo a las facultades humanas.
Así, García Moreno puso en práctica la verdadera teoría del gobierno cristiano cuando, en perfecta oposición a los principios y deseos del liberalismo que prevalecía en su época, la aplicó sabiamente a la República del Ecuador.

Este Boletín mensual de la revista mensual del Apostolado de la Oración fue fundado en la Francia del siglo XIX por los jesuitas para luchar contra el liberalismo y la secularización que asolaba a las naciones y para devolver a los fieles a las devociones católicas tradicionales, especialmente a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

Publicado el 15 de abril de 2024
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