Cuentos y leyendas
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San Raimundo de Peñafort reprende al rey
El gran fraile dominico catalán Raimundo de Penafort (1175-1275) sirvió como confesor del rey Jaime I de Aragón, quien era un hijo leal de la Iglesia pero permitió que sus deseos lujuriosos lo encadenaran.
Cuando el rey Jaime de Aragón fue a visitar la isla de Mallorca, recién liberada de los mahometanos, llevó consigo a San Raimundo, entonces de 90 años, para iniciar una campaña de ayuda a la conversión de los moriscos que allí vivían.
Cuando el rey aún se demoraba, Raimundo pidió permiso para salir de la isla y volver a Barcelona. Furioso, el rey no sólo se negó sino que dijo que daría muerte a cualquier marinero que intentara sacar al santo fraile dominico de la isla para regresar a Barcelona.
San Raimundo dijo entonces a su compañero dominico: “¡Pronto verás cómo el Rey de los cielos confundirá las malas acciones de este Rey terrenal y me proporcionará un barco!”
Luego bajaron a la orilla del mar donde Raimundo se quitó la cappa (la larga capa negra que los dominicos usan sobre la túnica blanca y el escapulario) y extendió un extremo sobre el agua. El otro extremo lo colocó en la parte superior de su bastón. Habiendo formado así un mástil en miniatura, Raimundo le pidió al otro dominicano que se uniera a él en este bote improvisado.
Pero su compañero, falto de la fe del Santo, se negó a hacerlo. Entonces Raimundo se despidió de él y, después de hacer la Señal de la Cruz, se alejó de la orilla y zarpó milagrosamente en su capa.
Al pasar junto a los mismos barcos que le habían negado el paso por temor a la orden del Rey, el Santo fue visto por decenas de marineros que gritaron de asombro y lo incitaron a continuar. San Raimundo navegó las 160 millas hasta Barcelona en el espacio de seis horas, donde su desembarco fue presenciado por una multitud de espectadores asombrados. El Santo recogió su manto que estaba perfectamente seco, se lo echó al hombro y caminó hacia su monasterio.
Conmovido por este milagro, el rey Jaime I renunció a sus malos caminos y reformó su vida en obediencia a las leyes de Dios.
Posteriormente, en Barcelona se levantaron una capilla y una torre para señalar el lugar donde San Raimundo arribó.
Raimundo murió a la edad de 100 años en Barcelona en 1275 y fue canonizado por el Papa Clemente VIII en el año 1601. Cada 7 de enero es festividad de San Raimundo de Peñafort, Patrono de los canonistas, se celebra en la Catedral de Barcelona, donde fue enterrado.
Cuando el rey Jaime de Aragón fue a visitar la isla de Mallorca, recién liberada de los mahometanos, llevó consigo a San Raimundo, entonces de 90 años, para iniciar una campaña de ayuda a la conversión de los moriscos que allí vivían.
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Cuando el grupo llegó a Mallorca, San Raimundo descubrió que el rey tenía una amante en su séquito. El Santo protestó y el Rey prometió despedirla.
Pero no lo hizo y Raimundo volvió a protestar.
Dios obra un milagro para que San Raimundo de Penafort abandone la Isla de Mallorca
Cuando el rey aún se demoraba, Raimundo pidió permiso para salir de la isla y volver a Barcelona. Furioso, el rey no sólo se negó sino que dijo que daría muerte a cualquier marinero que intentara sacar al santo fraile dominico de la isla para regresar a Barcelona.
San Raimundo dijo entonces a su compañero dominico: “¡Pronto verás cómo el Rey de los cielos confundirá las malas acciones de este Rey terrenal y me proporcionará un barco!”
Luego bajaron a la orilla del mar donde Raimundo se quitó la cappa (la larga capa negra que los dominicos usan sobre la túnica blanca y el escapulario) y extendió un extremo sobre el agua. El otro extremo lo colocó en la parte superior de su bastón. Habiendo formado así un mástil en miniatura, Raimundo le pidió al otro dominicano que se uniera a él en este bote improvisado.
Pero su compañero, falto de la fe del Santo, se negó a hacerlo. Entonces Raimundo se despidió de él y, después de hacer la Señal de la Cruz, se alejó de la orilla y zarpó milagrosamente en su capa.
Al pasar junto a los mismos barcos que le habían negado el paso por temor a la orden del Rey, el Santo fue visto por decenas de marineros que gritaron de asombro y lo incitaron a continuar. San Raimundo navegó las 160 millas hasta Barcelona en el espacio de seis horas, donde su desembarco fue presenciado por una multitud de espectadores asombrados. El Santo recogió su manto que estaba perfectamente seco, se lo echó al hombro y caminó hacia su monasterio.
Conmovido por este milagro, el rey Jaime I renunció a sus malos caminos y reformó su vida en obediencia a las leyes de Dios.
Posteriormente, en Barcelona se levantaron una capilla y una torre para señalar el lugar donde San Raimundo arribó.
Raimundo murió a la edad de 100 años en Barcelona en 1275 y fue canonizado por el Papa Clemente VIII en el año 1601. Cada 7 de enero es festividad de San Raimundo de Peñafort, Patrono de los canonistas, se celebra en la Catedral de Barcelona, donde fue enterrado.
San Raimundo de Penafort,
Patrono de los canonistas
Extracto de La vida de San Gregorio Taumaturgo, de San Gregorio de Nisa,
Eusebio, l. 6, c. 23; San Jerónimo en Catal. y la Oración del santo a Orígenes;
también San Basilio, l. de Spir. Soc. c. 29, ep. 62–65.
Eusebio, l. 6, c. 23; San Jerónimo en Catal. y la Oración del santo a Orígenes;
también San Basilio, l. de Spir. Soc. c. 29, ep. 62–65.
Publicado el 6 de marzo de 2023
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