Cuentos y leyendas
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Drythelm regresa de la muerte

Fr. Albert J. Hebert, S.M.
San Beda el Venerable (672-735), Doctor de la Iglesia, uno de los historiadores más respetados de la antigua Europa y una de las mayores autoridades en la Historia de Inglaterra, fue quien narró este caso, que tuvo lugar alrededor del año 700 d.C.

El gran y erudito Cardenal San Roberto Belarmino aceptó como un hecho real el relato del Venerable Beda sobre Drythelm, un hombre de Northumberland que regresó del mundo de los muertos. Este evento se hizo conocido en toda la antigua Inglaterra y a raíz de él se produjeron muchas conversiones.

Resucitado sin ninguna intervención humana

Resurrection

Por los méritos de la Resurrección de Cristo, Dios da vida a algunos muertos para mostrar su poder

Después de llevar una vida cristiana junto con su familia, Drythelm murió de una enfermedad. Inmediatamente antes del entierro, volvió repentinamente a la vida y, comenzando a levantarse, se puso de pie.

Su familia, que había pasado la noche anterior en vigilia fúnebre, salió corriendo aterrada. La único que se mantuvo firme fue su esposa, quien estaba sola con él en la habitación. Él le dijo:



“No tengas miedo”, la tranquilizó, “fue Dios quien me resucitó. Él quiere mostrar en mi persona a un hombre que volvió de entre los muertos. Todavía debo vivir mucho tiempo en la tierra, pero mi nueva vida será muy diferente de la que he vivido hasta ahora”.

Drythelm se propuso cambiar de vida, a pesar de haber sido siempre un hombre muy bueno. Entonces se levantó y se dirigió inmediatamente, en perfecto estado de salud, a la iglesia cercana y allí rezó durante largo tiempo.

Resucitado para hacer penitencia

Melrose Abbey

Ruinas de la Abadía de Melrose,
donde Drythelm fue recibido como monje

Drythelm dijo a su familia que en adelante viviría sólo para prepararse para la muerte. Y aconsejó a cada uno que hiciera lo mismo. Dividió lo que tenía con su esposa e hijos y reservó un tercio para sí mismo, con el fin de dar limosna. Luego, después de haber distribuido su parte a los pobres, se dirigió al monasterio de Melrose, en las laderas del río Tweed, donde pidió al abad que lo recibiera como religioso penitente que sería esclavo de los demás.

Drythelm recibió una celda para él solo, donde vivió para hacer un repaso de su vida –o de la próxima vida–. Rezaba, trabajaba mucho y hacía penitencias extraordinarias: ayunos rigurosos y recitaba, sumergido en agua helada, todo el Salterio (los 150 Salmos).

Vio el Purgatorio, el Infierno y el umbral del Cielo.

Drythelm también guardaba un silencio perpetuo. Toda su postura, con la mirada baja y los rasgos ascéticos, indicaba un alma tímidamente consciente del juicio de Dios. Por eso, rompía su silencio para relatar lo que había visto en el otro mundo para edificación y ayuda de los demás.

La historia completa se puede leer en la Historia de la Iglesia de Beda, o de forma más resumida en el libro Purgatorio, del P. F. X. Schouppe, S J.

Drythelm dijo entonces: “Al abandonar mi cuerpo, fui recibido por una persona benévola que me tomó bajo su guía. Su rostro era brillante y parecía estar rodeado de luz. Llegó a un valle grande y profundo de una inmensa extensión, que tenía en una parte solo fuego y en otra, solo hielo y nieve. De un lado, braseros y calderos en llamas, del otro, el frío más intenso y ráfagas de viento glacial”.

Drythelm continuó contando cómo vio innumerables almas como lanzadas por una furiosa tempestad de un lado del frío glacial al lado del calor ardiente, de tortura en tortura, de aquí para allá, buscando continuamente refrigerio en el extremo opuesto.

Él pensaba que ese lugar terrible era el Infierno, pero su guía le dijo que era un lugar especial en el Purgatorio. En ese lugar se encontraban las almas que habían demorado su arrepentimiento hasta el final de sus vidas, pero que habían sido salvadas por la misericordia de Dios en el último instante. Allí en el Purgatorio debían sufrir su castigo temporal por los pecados olvidados. Él comprendió que la mayoría de ellas debían pagar allí la penitencia hasta el Juicio Final.

Hell

Diethelm vio el infierno y su tortura.

Drythelm también vio las terribles escenas del infierno. Inmensos globos y masas de fuego maloliente salían del oscuro cráter de aquel agujero lleno de sonidos cacofónicos. Las almas que se encontraban allí eran expulsadas en el vértice de las llamas y luego succionadas hacia abajo, cuando las llamas vaporosas descendían de nuevo. Drythelm vio una multitud de espíritus burlones que arrastraban hacia el agujero a cinco almas que gemían y lloraban, entre las cuales una tenía una tonsura [monástica], otra un laico y otra una mujer.

En el lado feliz vio campos floridos, espíritus llenos de felicidad, moradas agradables, pero no era el Cielo. Entonces llegó a un lugar donde escuchó el sonido de dulces canciones en medio de una fragancia agradable y una luz esplendorosa. Su guía le dijo que el Cielo estaba cerca, por lo tanto Drythelm no lo vio. Entonces su guía celestial le dijo que regresara a la Tierra.

Muchos pecadores convertidos

Cuando otros monjes le preguntaban a Drythelm por qué hacía esas grandes penitencias, como la de sumergirse en agua helada, respondía: “Vi penitencias que son aún más extraordinarias”. O, si le hacían alguna observación sobre su vida austera, decía: “¡Vi cosas más duras!”.

Aun postrado por su avanzada edad, siguió castigando su cuerpo sin piedad, y así produjo gran impresión en Inglaterra y muchos pecadores se convirtieron por sus vivaces relatos y el ejemplo de sus penitencias reparadoras.

vision

Drythelm nunca olvidó
los fuegos del infierno que había visto.

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Albert J. Hebert, Raised from Death,
Rockford TAN Books & Publishers, 1986, pp. 96ss.
Publicado el 19 de octubre de 2024