Conversaciones con Jan
“El Señor me poseyó en el principio
de sus caminos”
Mi amiga Jan me envió un correo electrónico con una pregunta sobre la lectura de la Epístola de la Fiesta de la Inmaculada Concepción: “¿A qué se refiere esta lectura? ¿Tiene algo que ver con María?”
Sí, de hecho, mi querido Jan, esta lectura, una de mis favoritas, tiene todo que ver con Nuestra Señora. Para mí, las palabras son poesía, que se elevan hasta la mente de Dios mismo, que tuvo presente ante Sí desde la eternidad a la Persona del Verbo Encarnado y de Su Santísima Madre.
Primero, permítanme presentar la lectura, de Proverbios 8:22-31. Luego iré a la Ciudad Mística de Dios, La Concepción (Capítulo V) para dar la explicación de Nuestra Señora de estas palabras a la Venerable María de Agreda.
La Epístola de la Inmaculada Concepción
“El Señor me poseyó en el principio de sus caminos antes de que Él hiciera algo.
“Yo fui establecida desde la eternidad y desde el principio, antes de que la tierra fuera hecha. Las profundidades aún no eran, y yo ya había sido concebida; ni las fuentes de las aguas habían brotado aún. Las montañas con su enorme volumen aún no habían sido establecidas; antes de las colinas fui engendrada. Él aún no había hecho la tierra, ni los ríos, ni los polos de la tierra.
“Cuando Él preparó los cielos, yo estaba presente; cuando con cierta ley y compás Él encerró las profundidades. Cuando estableció el cielo arriba y equilibró las fuentes de las aguas. Cuando rodeó el mar con sus límites, y puso una ley a las aguas para que no pasaran sus límites; cuando equilibró los cimientos de la tierra.
“Yo estaba con Él formando todas las cosas: y me deleitaba todos los días, jugando delante de Él todo el tiempo. Jugando en el mundo: y mis delicias eran estar con los hijos de los hombres.”
La Venerable María de Agreda explica
La Venerable María de Agreda nos dice que en este principio, antes de que Dios formara en su mente cualquier otro ideal, decretó la formación de la humanidad del Verbo, y luego unió a ésta la formación de su Santísima Madre, por la cual su Divinidad había de entrar en el mundo como hombre, naciendo de ella como Dios y hombre.
“Por eso”, explica María de Agreda, “se dice: ‘Dios me poseyó’”, ya que ambos fueron poseídos por Su Majestad. Poseyó a Nuestro Señor como propiedad y tesoro del Padre sin posibilidad de separación, y poseyó a la Madre que había de darle forma humana.
“Antes de que Él hiciera algo desde el principio, yo estaba establecida desde la eternidad y desde el principio”. ¿Qué significa esto?
Dios, que está fuera del tiempo, previó a Nuestra Señora desde los siglos eternos de la Divinidad. La primera y más admirable imagen en la mente de Dios, después de la generación eterna, fue la de Cristo y, después de ella, la de su Madre. Fuera del tiempo y en la mente de Dios, entonces, estaba presente la Cabeza e Ideal de todos los demás hombres y criaturas, Nuestro Señor. Pero inmediatamente después de Cristo, y a través de Él, está la idea de la Madre del Hombre-Dios como suprema entre las meras criaturas.
Ella afirma: “Este era entonces el orden, tan bien instituido por la Sabiduría Eterna: que todo debía comenzar con Cristo y su Madre”.
Por eso, el texto agrega: “Antes de que la tierra fuera hecha; y las profundidades no eran aún y yo ya estaba concebida”. Y, asimismo, fueron hechas las fuentes de las aguas, las altas montañas, los ríos y las colinas. Pero, antes de todo esto, Nuestra Señora fue “engendrada”.
En la Creación hay diversas metáforas y similitudes que contienen grandes misterios de la Reina del Cielo; en el pasado, la Iglesia contemplaba y extraía tesoros, de estos misterios como las abejas buscaban el polen de las flores ambrosiales para hacer su miel. Lamentablemente, desde el Vaticano II, esta búsqueda de la Sabiduría ha sido abandonada en gran medida.
Pero la Venerable María de Agreda nos invita a considerar los elementos de la Creación mucho más profundamente en su sentido simbólico: Los ríos y los polos de la tierra son la Iglesia Militante, y los dones de la gracia debían fluir de las fuentes de la Divinidad, que fijó las circunferencias y fue el polo fijo. La creación de las altas montañas son los Patriarcas, Profetas, Apóstoles y Mártires en quienes Dios ejecuta Sus consejos y Grandes obras.
Antes de los montes, que son las órdenes de los Santos Ángeles, “fui engendrada”. Es decir, antes de las huestes angélicas, el Hijo y la Madre fueron concebidos en la Mente Divina. Antes del sol y la luna – que dividen el día y la noche simbolizando al Sol de justicia, Cristo, y a su Santísima Madre, que es bella como la luna – Nuestra Señora estaba presente. Porque estos Dos dividen el día de la gracia y la noche del pecado. El sol ilumina a la luna y los dos iluminan a todas las demás criaturas dentro de los confines del universo.
La Venerable María continúa enfatizando nuevamente el papel de Nuestra Señora: “Pero antes de que el Altísimo preparara todo esto y ordenara esta esfera y orden místicos, de los cuales Cristo debía ser el Centro y la Cabeza, decretó la unión del Verbo con la naturaleza humana y previó a Su Madre, a través de la cual Él debía ejecutar estas maravillas en el mundo”.
Y así vemos el alto lugar de Nuestra Señora, por encima de los Ángeles y todas las criaturas, en la mente de Dios con su Divino Hijo antes del comienzo de los tiempos. Porque el Verbo Encarnado y Su Santísima Madre estaban presentes en espíritu cuando Dios resolvió la creación de todo el mundo. En estas dos Personas estaban previstas todas Sus obras, porque el Altísimo las miró como modelos que servirían como arquetipos para toda la raza humana.
El resto de la humanidad –incluso aquellos que existían antes de la Encarnación– dependen todos de los Dos como Mediadores entre ellos y Dios. Como podéis ver, estas palabras altas y místicas están fuera del tiempo, y nos invitan a ir más allá también. Es un misterio pesado.
Finalmente, esas hermosas palabras “Y yo me deleitaba todos los días, jugando delante de Él a todas horas, jugando en el mundo.”
El Verbo Encarnado se deleitaba en sus propias obras, y especialmente en su Santísima Madre. Se deleitaba en la perspectiva de asumir la forma del hombre dentro de Ella y hacerla digna de tan grande privilegio. Por Ella, Su deleite es estar con los hijos de los hombres. Se divierte estando con Nuestra Señora y con los dignos hijos de María.
Estas palabras son tan ricas en significado, que entran por así decirlo en la mente de Dios, que antes que nada tiene en Su Mente la Encarnación del Divino Hijo en María Santísima. Es por esta razón que se lee en los días festivos de Nuestra Señora como la Natividad de Nuestra Señora y la Inmaculada Concepción.
Espero que en estos días estéis deseando oír estas palabras que desde el púlpito llegan a los corazones de los fieles, pidiendo al Espíritu Santo que os inspire a alcanzar las profundidades más profundas de su significado y a amar a Nuestra Señora con un fervor y un celo cada vez mayores.
Sí, de hecho, mi querido Jan, esta lectura, una de mis favoritas, tiene todo que ver con Nuestra Señora. Para mí, las palabras son poesía, que se elevan hasta la mente de Dios mismo, que tuvo presente ante Sí desde la eternidad a la Persona del Verbo Encarnado y de Su Santísima Madre.
Primero, permítanme presentar la lectura, de Proverbios 8:22-31. Luego iré a la Ciudad Mística de Dios, La Concepción (Capítulo V) para dar la explicación de Nuestra Señora de estas palabras a la Venerable María de Agreda.
La Epístola de la Inmaculada Concepción
‘El Señor me poseyó en el principio de sus caminos, antes de hacer algo...’
“Cuando Él preparó los cielos, yo estaba presente; cuando con cierta ley y compás Él encerró las profundidades. Cuando estableció el cielo arriba y equilibró las fuentes de las aguas. Cuando rodeó el mar con sus límites, y puso una ley a las aguas para que no pasaran sus límites; cuando equilibró los cimientos de la tierra.
“Yo estaba con Él formando todas las cosas: y me deleitaba todos los días, jugando delante de Él todo el tiempo. Jugando en el mundo: y mis delicias eran estar con los hijos de los hombres.”
La Venerable María de Agreda explica
La Venerable María de Agreda nos dice que en este principio, antes de que Dios formara en su mente cualquier otro ideal, decretó la formación de la humanidad del Verbo, y luego unió a ésta la formación de su Santísima Madre, por la cual su Divinidad había de entrar en el mundo como hombre, naciendo de ella como Dios y hombre.
“Por eso”, explica María de Agreda, “se dice: ‘Dios me poseyó’”, ya que ambos fueron poseídos por Su Majestad. Poseyó a Nuestro Señor como propiedad y tesoro del Padre sin posibilidad de separación, y poseyó a la Madre que había de darle forma humana.
Antes de toda la Creación, Dios concibió
los ideales de Nuestro Señor y Nuestra Señora.
Dios, que está fuera del tiempo, previó a Nuestra Señora desde los siglos eternos de la Divinidad. La primera y más admirable imagen en la mente de Dios, después de la generación eterna, fue la de Cristo y, después de ella, la de su Madre. Fuera del tiempo y en la mente de Dios, entonces, estaba presente la Cabeza e Ideal de todos los demás hombres y criaturas, Nuestro Señor. Pero inmediatamente después de Cristo, y a través de Él, está la idea de la Madre del Hombre-Dios como suprema entre las meras criaturas.
Ella afirma: “Este era entonces el orden, tan bien instituido por la Sabiduría Eterna: que todo debía comenzar con Cristo y su Madre”.
Por eso, el texto agrega: “Antes de que la tierra fuera hecha; y las profundidades no eran aún y yo ya estaba concebida”. Y, asimismo, fueron hechas las fuentes de las aguas, las altas montañas, los ríos y las colinas. Pero, antes de todo esto, Nuestra Señora fue “engendrada”.
En la Creación hay diversas metáforas y similitudes que contienen grandes misterios de la Reina del Cielo; en el pasado, la Iglesia contemplaba y extraía tesoros, de estos misterios como las abejas buscaban el polen de las flores ambrosiales para hacer su miel. Lamentablemente, desde el Vaticano II, esta búsqueda de la Sabiduría ha sido abandonada en gran medida.
Pero la Venerable María de Agreda nos invita a considerar los elementos de la Creación mucho más profundamente en su sentido simbólico: Los ríos y los polos de la tierra son la Iglesia Militante, y los dones de la gracia debían fluir de las fuentes de la Divinidad, que fijó las circunferencias y fue el polo fijo. La creación de las altas montañas son los Patriarcas, Profetas, Apóstoles y Mártires en quienes Dios ejecuta Sus consejos y Grandes obras.
Antes de los montes, que son las órdenes de los Santos Ángeles, “fui engendrada”. Es decir, antes de las huestes angélicas, el Hijo y la Madre fueron concebidos en la Mente Divina. Antes del sol y la luna – que dividen el día y la noche simbolizando al Sol de justicia, Cristo, y a su Santísima Madre, que es bella como la luna – Nuestra Señora estaba presente. Porque estos Dos dividen el día de la gracia y la noche del pecado. El sol ilumina a la luna y los dos iluminan a todas las demás criaturas dentro de los confines del universo.
El Verbo Encarnado se deleitaba especialmente
en Su Santísima Madre.
Y así vemos el alto lugar de Nuestra Señora, por encima de los Ángeles y todas las criaturas, en la mente de Dios con su Divino Hijo antes del comienzo de los tiempos. Porque el Verbo Encarnado y Su Santísima Madre estaban presentes en espíritu cuando Dios resolvió la creación de todo el mundo. En estas dos Personas estaban previstas todas Sus obras, porque el Altísimo las miró como modelos que servirían como arquetipos para toda la raza humana.
El resto de la humanidad –incluso aquellos que existían antes de la Encarnación– dependen todos de los Dos como Mediadores entre ellos y Dios. Como podéis ver, estas palabras altas y místicas están fuera del tiempo, y nos invitan a ir más allá también. Es un misterio pesado.
Finalmente, esas hermosas palabras “Y yo me deleitaba todos los días, jugando delante de Él a todas horas, jugando en el mundo.”
El Verbo Encarnado se deleitaba en sus propias obras, y especialmente en su Santísima Madre. Se deleitaba en la perspectiva de asumir la forma del hombre dentro de Ella y hacerla digna de tan grande privilegio. Por Ella, Su deleite es estar con los hijos de los hombres. Se divierte estando con Nuestra Señora y con los dignos hijos de María.
Estas palabras son tan ricas en significado, que entran por así decirlo en la mente de Dios, que antes que nada tiene en Su Mente la Encarnación del Divino Hijo en María Santísima. Es por esta razón que se lee en los días festivos de Nuestra Señora como la Natividad de Nuestra Señora y la Inmaculada Concepción.
Espero que en estos días estéis deseando oír estas palabras que desde el púlpito llegan a los corazones de los fieles, pidiendo al Espíritu Santo que os inspire a alcanzar las profundidades más profundas de su significado y a amar a Nuestra Señora con un fervor y un celo cada vez mayores.
'Yo fui creado desde la eternidad y desde el principio, antes que la tierra fuese creada'
Publicado el 17 de diciembre de 2024
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