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Verdades Olvidadas
Dios castiga a los buenos
cuando no luchan contra el mal
El siguiente es un extracto del discurso que San Bernardo dirigió a los caballeros católicos reunidos en Vézelay en Borgoña, Francia, en relación con la Segunda Cruzada convocada por el Papa Eugenio III el 1 de diciembre de 1145.
San Bernardo
Sabéis que vivimos en una época de castigo y destrucción... Las leyes de la tierra y las leyes de la Religión ya no tienen fuerza para mantener las costumbres y detener el triunfo de los malos. El diablo de la herejía está sentado en el trono de la verdad. Dios ha maldecido Su santuario.
¡Todos los que me oís, apresuraos a calmar la ira del Cielo! Dejad de implorar su bondad con inútiles lamentos o de mortificaros con disciplinas, y más bien tomad vuestros escudos invencibles. El clamor de las armas, los peligros, las dificultades y las fatigas de la guerra, éstas son las penitencias que Dios os impone. Id a reparar vuestras faltas con victorias contra los infieles, y dejad que la liberación de los Santos Lugares sea la noble recompensa de vuestro arrepentimiento.
Si alguien viniera y anunciara que el enemigo acaba de entrar en vuestras ciudades, se ha llevado a vuestras esposas e hijos y ha profanado vuestras iglesias, ¿quién no se apresuraría inmediatamente a tomar las armas? Pues bien, todos estos males y otros aún peores han recaído sobre la familia de Jesucristo, que es también la vuestra. Fue dispersado por la espada de los paganos; Los bárbaros destruyeron la casa de Dios y dividieron su herencia. ¿Qué más debe pasar para que repares tantos males y vengues tantos ultrajes?
¿Dejarás que los infieles contemplen en paz la destrucción y el saqueo que han hecho en la casa del pueblo cristiano? Pensemos en cómo su triunfo será causa de dolor inconsolable para todos los siglos y de vergüenza eterna para la generación que lo permitió.
Sí, el Dios vivo me ha encargado deciros que castigará a todos los que no le defiendan de sus enemigos. ¡Todos entonces a las armas! Que una ira santa os anime al combate, y que estas palabras del Profeta resuenen en todo el mundo: ¡Maldito el que no ensangrente su espada!
Si Dios os llama a defenderlo, no es porque su mano se haya vuelto menos poderosa:... Más bien, Dios mira a los hijos del hombre y quiere ofrecerles el camino de la misericordia; Su bondad es darte el día del perdón. Él te eligió como instrumento de su venganza. Él quiere estar en deuda contigo por la destrucción de sus enemigos y el triunfo de su justicia. Sí, el Dios Omnipotente os llama a reparar vuestros pecados defendiendo Su gloria y Su nombre.
Cristianos guerreros, estos son combates dignos de vosotros, combates que atraerán las bendiciones de la tierra y del Cielo, en los que la misma muerte no será para vosotros más que un triunfo más. Caballeros ilustres, recordad los ejemplos de vuestros antepasados que conquistaron Jerusalén y cuyos nombres quedaron inscritos en el Libro de la Vida. Ponte la Cruz... que te hará ganar la conquista del reino celestial.
(História da Cruzadas, Joseph-Francois Michaud,
Editora das Américas, vol, 2, book 6, p. 234)
Este artículo fue publicado po TIA el 9 de diciembre de 2006. Traducido al español y publicado por TIA Ecuador el 6 de abril de 2024
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