¿Quiénes serán estos apóstoles de los últimos días?
Después de describir la importancia de la devoción a la Virgen (aquí y aquí), San Luis de Montfort pregunta esto en su monumental y profética obra La verdadera devoción a María. Estos apóstoles de los últimos días -nuestros tiempos- serán dorados con oro para que puedan cumplir su misión de destruir la Revolución y dar paso al Reino de María
San Luis Grignion de Montfort
Pero, ¿cómo serán estos siervos, estos esclavos, estos hijos de María?
Serán ministros del Señor que, como llama de fuego, encenderán por doquier los fuegos del amor divino. Se convertirán, en las manos poderosas de María, como flechas afiladas, con las que traspasará a sus enemigos.
Serán como los hijos de Leví, completamente purificados por el fuego de las grandes tribulaciones y unidos íntimamente a Dios. Llevarán el oro del amor en el corazón, el incienso de la oración en la mente y la mirra de la mortificación en el cuerpo. Llevarán a los pobres y humildes de todas partes la dulce fragancia de Jesús, pero llevarán el olor de la muerte a los grandes, a los ricos y a los orgullosos de este mundo.
Serán como nubes de tormenta volando por el aire al menor soplo del Espíritu Santo. Apegados a nada, sorprendidos por nada, inquietos por nada, derramarán la lluvia de la palabra de Dios y de la vida eterna. Tronarán contra el pecado, arremeterán contra el mundo, herirán al Diablo y a sus secuaces y de vida o de muerte, atravesarán de un lado a otro con la espada de dos filos de la palabra de Dios a todos aquellos contra los que están enviado por Dios Todopoderoso.
Serán verdaderos apóstoles de los últimos tiempos a quienes el Señor de los ejércitos dará elocuencia y fuerza para hacer maravillas y arrebatar gloriosos despojos a sus enemigos. Dormirán sin oro ni plata y, más importante aún, sin preocupaciones en medio de otros sacerdotes, eclesiásticos y clérigos. Sin embargo, tendrán las alas de plata de la paloma que les permitirán ir a donde el Espíritu Santo los llame, llenos como están de la determinación de buscar la gloria de Dios y la salvación de las almas. Dondequiera que prediquen, no dejarán tras de sí más que el oro del amor, que es el cumplimiento de toda la ley.
Por último, sabemos que serán verdaderos discípulos de Jesucristo, imitando su pobreza, su humildad, su desprecio del mundo y su amor. Señalarán el camino angosto hacia Dios en pura verdad según el santo Evangelio, y no según las máximas del mundo. No se turbará su corazón, ni mostrará favor a nadie; no perdonarán ni prestarán atención ni temerán a ningún hombre, por poderoso que sea.
Tendrán la espada de dos filos de la palabra de Dios en la boca y el estandarte de la Cruz manchado de sangre sobre los hombros. Llevarán el Crucifijo en la mano derecha y el Rosario en la izquierda, y los santos nombres de Jesús y María en el corazón. La sencillez y abnegación de Jesús se reflejará en todo su comportamiento.
Tales son los grandes hombres que están por venir. Por voluntad de Dios María es quien debe prepararlos para extender su dominio sobre los impíos e incrédulos.
Pero, ¿cuándo y cómo sucederá esto? Sólo Dios sabe. Por nuestra parte debemos anhelarlo y esperarlo en el silencio y en la oración: "He esperado y ansiado".
Publicado el 5 de agosto de 2023
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