Verdades Olvidadas
Hoy, cuando la risa tonta se ha vuelto tan común que se considera normal, especialmente en tantas plataformas de redes sociales, es bueno recordar que no siempre fue así.
El primer instructor de la pedagogía católica, San Clemente de Alejandría (150-216) aconseja sabiamente que deben evitarse siempre las risas y las palabras excesivas y ridículas. Tanto la risa como la sonrisa deben ser moderadas y regidas por la razón para no degradar al hombre ni degenerar en obscenidad. Va tan lejos como para decir que los bufones deberían ser expulsados de nuestro alrededor.
Su Pædagogus o Instructor es una guía para la formación y desarrollo del carácter católico y para vivir una vida católica. Nuestro poco serio siglo XXI haría bien en escuchar las sabias palabras de San Clemente.
Las personas que son imitadores de sensaciones tontas, o más bien aquellos que merecen burla, deben ser expulsados de nuestra vida. Ya que todas las formas de hablar fluyen de la mente y los modales, las palabras tontas o bufonescas no se pueden pronunciar a menos que procedan de prácticas tontas o bufonescas... Porque el habla es el fruto de la mente...
La complacencia es permisible, no la tontería. Incluso la risa debe mantenerse bajo control. Cuando se le da rienda suelta de la manera correcta, indica orden, pero cuando sale de otra manera, muestra falta de control.
Porque, en una palabra, todas las cosas que son naturales a los hombres no debemos erradicarlas, sino imponerles límites y tiempos adecuados. Porque el hombre no debe reír en todas las ocasiones porque es un animal capaz de reír, como tampoco el caballo relincha en todas las ocasiones porque es un animal que relincha. Pero como seres racionales, debemos regularnos adecuadamente, relajando armoniosamente la austeridad y la tensión excesiva de nuestras actividades serias, sin romperlas por completo de manera inarmónica.
Porque la aparente relajación del semblante de manera armoniosa, como un instrumento musical, se llama sonrisa. Así también se denomina la risa en el rostro de los hombres bien regulados. Pero la relajación discordante del semblante en el caso de las mujeres es una risotada, y es risa chillona y llamativa; en el caso de los hombres, es una carcajada, y es una risa salvaje e insultante.
El necio ríe a carcajadas, dice la Escritura; pero un hombre inteligente sonríe casi imperceptiblemente. (Ec 21:20) Al inteligente en este caso lo llama sabio, ya que reacciona de manera diferente al necio. Pero, por otro lado, uno no necesita ser sombrío, solo serio. Porque ciertamente prefiero que sonría un hombre que tiene un semblante severo que al revés; porque así su risa será menos propensa a convertirse en objeto de burla.
Incluso la sonrisa debe ser objeto de disciplina. Si es para sonreír ante lo que es vergonzoso, debemos sonrojarnos en lugar de sonreír, para que no parezca que nos complacemos en ello por simpatía. Si uno sonríe ante lo que es doloroso, es apropiado parecer triste en lugar de parecer complacido. Porque hacer lo primero es un signo de pensamiento humano racional; lo otro infiere sospecha de crueldad.
No debemos reírnos perpetuamente, porque eso es ir más allá de los límites, ni en presencia de personas mayores u otras personas dignas de respeto a menos que se entreguen a bromas para nuestra diversión. Ni hemos de reírnos delante de todos, ni en todo lugar, ni a todos, ni de todo. Para los niños y las mujeres especialmente, la risa es la causa de caer en el escándalo.
Incluso parecer severo sirve para mantener a los que nos rodean a distancia. Porque la gravedad puede alejar las aproximaciones del libertinaje con una mera mirada.
Para los insensatos, el vino "les ordena tanto reír mucho como bailar", cambiando los modales afeminados por la suavidad. También debemos considerar cómo, en consecuencia, la libertad de expresión conduce a la impropiedad o a hablar obscenamente.
Clemente de Alejandría, Paedagogus,
book II, chap. 5, On Laughter
Publicado el 14 de marzo de 2022
Publicado el 14 de marzo de 2022
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