Nuestra Señora del Buen Suceso - Preguntas
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¿Nuestra Señora predijo que
las profecías serían puestas en duda?
He recibido varios correos electrónicos en los últimos años con preguntas como esta de un sacerdote benedictino, que preguntó: ¿Nuestra Señora o la Madre Mariana predijeron que las palabras de Nuestra Señora en Quito serían recibidas con indiferencia o incredulidad por parte de la gente buena cuando se conociera la historia de las apariciones a finales del siglo XX?
He respondido parcialmente a esta pregunta en este artículo: ¿Qué hacer ante las dudas?. En él se presentan pruebas de la autenticidad de la aparición y su aprobación por parte de la Iglesia, así como la promesa de Nuestra Señora de ayudar a quienes promueven la devoción en estos días. También resume dos ejemplos de la generosidad de Nuestra Señora hacia quienes creyeron en la aparición y ayudaron en la gran obra de la estatua en el año 1610, según lo relata el P. Manuel Sousa Pereira en su obra La vida admirable de la Madre Mariana de Jesús Torres.
Para responder plenamente a la pregunta en negrita, expondré las palabras de Nuestra Señora y Nuestro Señor a la Madre Mariana de Jesús Torres, según consta en la obra del Padre Pereira de 1799, advirtiéndole que la veracidad de las apariciones sería puesta en duda en estos tiempos.
"Muchos no creerán"
En esta aparición, en la madrugada del 2 de febrero de 1610, Nuestra Señora se apareció a la Madre Mariana con rostro severo, reprendiéndola por no acudir al Obispo, como se le había indicado, para pedirle permiso para la realización de su estatua.
Nuestra Señora le dijo a la Madre Mariana que quería que esta estatua tuviera la advocación de Nuestra Señora del Buen Suceso porque tendría un papel especial en los días venideros, especialmente en el siglo XX, cuando el infierno se desataría en el mundo.
Estas fueron sus palabras:
“Durante esa época, la Iglesia se verá atacada por terribles hordas de la secta masónica, y esta pobre tierra ecuatoriana agonizará por la corrupción de las costumbres, el lujo desenfrenado, la prensa impía y la educación secular. Los vicios de la impureza, la blasfemia y el sacrilegio dominarán en este tiempo de depravada desolación, y quien deba hablar, callará.
“Sabe, amada hija, que cuando tu nombre se dé a conocer en el siglo XX, muchos no creerán, alegando que esta devoción no agrada a Dios. Pero los grandes sufrimientos de mis hijas -y los tuyos- de este tiempo conformarán un melodioso concierto de humildad y penitencia oculta para mi Santísimo Hijo y para mí.
“El Divino Esposo y yo, Su amada Madre, y tú también, velaremos por nuestras hijas desde el Cielo y las guiaremos por el camino correcto que conduce al Paraíso. Lo que causará mayor dolor a estas hijas predilectas será la duda de sus propias hermanas, que aumentará sus sufrimientos, pero también sus méritos.
“Una fe sencilla y humilde en la verdad de mis apariciones a ti, mi hija predilecta, estará reservada para las almas humildes y fervientes, dóciles a las inspiraciones de la gracia, pues nuestro Padre Celestial comunica sus secretos a los sencillos de corazón, y no a aquellos cuyos corazones están inflados de orgullo, fingiendo saber lo que no saben o encaprichados con una ciencia vacía.” (La Vida Admirable de la Madre Mariana, vol. 2, págs. 39-40)
Los Arcángeles disipan las dudas de la Madre Mariana
Es interesante notar que antes de la aparición de Nuestra Señora del 21 de enero de 1610, en la que Nuestra Señora le ordenó acudir al obispo Salvador Ribera Ávalos para pedir permiso para la realización de la estatua, los tres Arcángeles se le aparecieron a la Madre Mariana. Vinieron precisamente para disipar cualquier duda o inquietud que tuviera sobre la veracidad de las apariciones, para que pudiera cumplir fielmente su misión.
En la aparición del 21 de enero de 1610, la Madre Mariana se encontraba rezando, como era su costumbre, en el coro alto a las 3 de la madrugada cuando los tres Arcángeles se le aparecieron para preparar su corazón y su mente para recibir la visita de Nuestra Señora.
San Gabriel le dijo: «Para prepararte para esto, he venido a iluminar tu inteligencia para que conozcas la verdad de esta y las demás apariciones venideras. No dudes jamás de ellas, pues eso constituiría una enorme ingratitud hacia Dios». Entonces San Gabriel envió un rayo luminoso que penetró la mente de esta afortunada religiosa y disipó sus temores y dudas.
San Rafael habló: “Fui enviado para curar tu ceguera mental, para que creas en la verdad de estas apariciones, de las que has dudado imprudentemente hasta ahora. Desde hoy verás su veracidad con la mayor claridad, pues estas dudas, tan repugnantes a Dios, se disiparán.”
El Arcángel envió un rayo translúcido a su mente y corazón que iluminó todo su ser. Vio con gran claridad toda su vida y todas las gracias y favores que recibiría a lo largo de ella de la bondad de Dios y de su Santísima Madre. Comprendió también la veracidad de todas las apariciones y cómo su alma había necesitado todos los sufrimientos por los que había pasado, pues tales sufrimientos son necesarios para toda alma que Nuestro Señor llama a recorrer un camino extraordinario. (Ibíd., págs. 16-18)
Quizás sería útil para los creyentes invocar a los Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel para que envíen rayos del Cielo a sus mentes escépticas y corazones incrédulos. Esto fue lo que hicieron por la Madre Mariana de Jesús Torres, y por nuestras oraciones y su intercesión, seguramente volverán a actuar de esta manera en nuestros días.
Cristo le dice: «Se dudará de las apariciones»
Un año antes de su muerte, el 2 de febrero de 1634, la Madre Mariana recibió otra importante aparición de la Santísima Trinidad y Nuestra Señora del Buen Suceso.
Se le reveló la terrible situación que vivirían sus queridas hermanas y el Convento, sobre todo a partir de mediados del siglo XX, cuando una gran tempestad se desató en él, amenazando su propia existencia debido a la falta de prudencia y discernimiento de las Superioras, la opresión de los Obispos y la persecución de los malvados. Sería el comienzo de una noche oscura y una amarga soledad para los buenos.
Para consolarla, Nuestra Señora colocó al Niño Jesús en los brazos de la Madre Mariana para demostrarle su constante protección.
Fue el mismo Niño Jesús, apretado contra el corazón virginal de la Madre Mariana, quien predijo que las profecías serían puestas en duda tanto dentro como fuera del Convento, especialmente durante el tiempo en que se dieran a conocer. Dijo:
Las hermanas imprudentes, carentes de sólida virtud, dudarán de tu maravillosa vida y de los muchos favores excepcionales y especiales que yo y mi Santísima Madre te hemos concedido.
Personas de alto rango en el mundo librarán una guerra implacable contra este Convento, y, desgraciadamente, incluso entre la Familia Seráfica habrá dudas, oposición e indiferencia. Solo a las almas humildes y sencillas de corazón se les concederá la seguridad, la certeza y la firme convicción de la verdad de todo lo ocurrido en tu vida, que permanecerá oculta durante los primeros siglos de esta Colonia que se convertirá en una nueva nación. [Impulsado por el espíritu revolucionario de la Revolución Francesa, Ecuador se convirtió en República en el año 1830]
“Pero, como mis grandes obras siempre están marcadas por el sello de la contradicción, la oposición e incluso la calumnia, quienes experimentan tales dudas no deben perturbarse cuando esto sucede.
“Al contrario, es la hora de cantar victoria, porque el día del triunfo está cerca, así como mi muerte cruel e ignominiosa precedió al momento de mi resurrección. Después de eso, nadie pudo arrebatarme la vida, y el poder de los reyes y príncipes paganos no pudo impedir la fundación de mi Iglesia. Además, me complació no utilizar para esto ni a los ricos ni a los nobles de sangre, sino a unos pocos pescadores sencillos e ignorantes, personas modestas que se ganaban la vida pescando en la orilla del mar.
“Preservaré esta amada Iglesia hasta la consumación de los tiempos. Será fuertemente atacada, pero jamás conquistada. Porque si faltan hombres, enviaré legiones de ángeles del Cielo para su conservación, defensa y triunfo.” (Ibíd., págs. 139-143)
Estas palabras muestran claramente que habrá escépticos. Pero también ofrecen un gran aliento en estos días de caos y confusión, cuando la verdad se llama error, un error al que se le ha otorgado plena ciudadanía no solo en los Estados, sino en la Santa Iglesia. Pues Nuestro Señor mismo dijo que la mera existencia de estos escépticos sería señal de que el día del triunfo estaría cerca.
Así, reafirma las palabras de Nuestra Señora, quien le dijo a la Madre Mariana que habría “ocasiones en las que todo parecerá perdido y paralizado. Este será, entonces, el feliz comienzo de la restauración completa”. (Ibid., p. 210) En estos días confusos y afligidos esta promesa da a los que tienen una fe sencilla una gran esperanza y estímulo para mantener la lucha en estas apariciones de Nuestra Señora del Buen Suceso aprobadas por la Iglesia.

“Habrá muchos que no creerán”, le dijo Nuestra Señora del Buen Suceso a la Madre Mariana
Para responder plenamente a la pregunta en negrita, expondré las palabras de Nuestra Señora y Nuestro Señor a la Madre Mariana de Jesús Torres, según consta en la obra del Padre Pereira de 1799, advirtiéndole que la veracidad de las apariciones sería puesta en duda en estos tiempos.
"Muchos no creerán"
En esta aparición, en la madrugada del 2 de febrero de 1610, Nuestra Señora se apareció a la Madre Mariana con rostro severo, reprendiéndola por no acudir al Obispo, como se le había indicado, para pedirle permiso para la realización de su estatua.
Nuestra Señora le dijo a la Madre Mariana que quería que esta estatua tuviera la advocación de Nuestra Señora del Buen Suceso porque tendría un papel especial en los días venideros, especialmente en el siglo XX, cuando el infierno se desataría en el mundo.

Pintura al óleo de la Madre Mariana de Jesús Torres de 1930
“Durante esa época, la Iglesia se verá atacada por terribles hordas de la secta masónica, y esta pobre tierra ecuatoriana agonizará por la corrupción de las costumbres, el lujo desenfrenado, la prensa impía y la educación secular. Los vicios de la impureza, la blasfemia y el sacrilegio dominarán en este tiempo de depravada desolación, y quien deba hablar, callará.
“Sabe, amada hija, que cuando tu nombre se dé a conocer en el siglo XX, muchos no creerán, alegando que esta devoción no agrada a Dios. Pero los grandes sufrimientos de mis hijas -y los tuyos- de este tiempo conformarán un melodioso concierto de humildad y penitencia oculta para mi Santísimo Hijo y para mí.
“El Divino Esposo y yo, Su amada Madre, y tú también, velaremos por nuestras hijas desde el Cielo y las guiaremos por el camino correcto que conduce al Paraíso. Lo que causará mayor dolor a estas hijas predilectas será la duda de sus propias hermanas, que aumentará sus sufrimientos, pero también sus méritos.
“Una fe sencilla y humilde en la verdad de mis apariciones a ti, mi hija predilecta, estará reservada para las almas humildes y fervientes, dóciles a las inspiraciones de la gracia, pues nuestro Padre Celestial comunica sus secretos a los sencillos de corazón, y no a aquellos cuyos corazones están inflados de orgullo, fingiendo saber lo que no saben o encaprichados con una ciencia vacía.” (La Vida Admirable de la Madre Mariana, vol. 2, págs. 39-40)
Los Arcángeles disipan las dudas de la Madre Mariana
Es interesante notar que antes de la aparición de Nuestra Señora del 21 de enero de 1610, en la que Nuestra Señora le ordenó acudir al obispo Salvador Ribera Ávalos para pedir permiso para la realización de la estatua, los tres Arcángeles se le aparecieron a la Madre Mariana. Vinieron precisamente para disipar cualquier duda o inquietud que tuviera sobre la veracidad de las apariciones, para que pudiera cumplir fielmente su misión.

El coro alto del Convento
San Gabriel le dijo: «Para prepararte para esto, he venido a iluminar tu inteligencia para que conozcas la verdad de esta y las demás apariciones venideras. No dudes jamás de ellas, pues eso constituiría una enorme ingratitud hacia Dios». Entonces San Gabriel envió un rayo luminoso que penetró la mente de esta afortunada religiosa y disipó sus temores y dudas.
San Rafael habló: “Fui enviado para curar tu ceguera mental, para que creas en la verdad de estas apariciones, de las que has dudado imprudentemente hasta ahora. Desde hoy verás su veracidad con la mayor claridad, pues estas dudas, tan repugnantes a Dios, se disiparán.”
El Arcángel envió un rayo translúcido a su mente y corazón que iluminó todo su ser. Vio con gran claridad toda su vida y todas las gracias y favores que recibiría a lo largo de ella de la bondad de Dios y de su Santísima Madre. Comprendió también la veracidad de todas las apariciones y cómo su alma había necesitado todos los sufrimientos por los que había pasado, pues tales sufrimientos son necesarios para toda alma que Nuestro Señor llama a recorrer un camino extraordinario. (Ibíd., págs. 16-18)
Quizás sería útil para los creyentes invocar a los Arcángeles Miguel, Rafael y Gabriel para que envíen rayos del Cielo a sus mentes escépticas y corazones incrédulos. Esto fue lo que hicieron por la Madre Mariana de Jesús Torres, y por nuestras oraciones y su intercesión, seguramente volverán a actuar de esta manera en nuestros días.
Cristo le dice: «Se dudará de las apariciones»
Un año antes de su muerte, el 2 de febrero de 1634, la Madre Mariana recibió otra importante aparición de la Santísima Trinidad y Nuestra Señora del Buen Suceso.
Se le reveló la terrible situación que vivirían sus queridas hermanas y el Convento, sobre todo a partir de mediados del siglo XX, cuando una gran tempestad se desató en él, amenazando su propia existencia debido a la falta de prudencia y discernimiento de las Superioras, la opresión de los Obispos y la persecución de los malvados. Sería el comienzo de una noche oscura y una amarga soledad para los buenos.
Para consolarla, Nuestra Señora colocó al Niño Jesús en los brazos de la Madre Mariana para demostrarle su constante protección.
Fue el mismo Niño Jesús, apretado contra el corazón virginal de la Madre Mariana, quien predijo que las profecías serían puestas en duda tanto dentro como fuera del Convento, especialmente durante el tiempo en que se dieran a conocer. Dijo:

El convento se enfrentaría a tiempos difíciles
Personas de alto rango en el mundo librarán una guerra implacable contra este Convento, y, desgraciadamente, incluso entre la Familia Seráfica habrá dudas, oposición e indiferencia. Solo a las almas humildes y sencillas de corazón se les concederá la seguridad, la certeza y la firme convicción de la verdad de todo lo ocurrido en tu vida, que permanecerá oculta durante los primeros siglos de esta Colonia que se convertirá en una nueva nación. [Impulsado por el espíritu revolucionario de la Revolución Francesa, Ecuador se convirtió en República en el año 1830]
“Pero, como mis grandes obras siempre están marcadas por el sello de la contradicción, la oposición e incluso la calumnia, quienes experimentan tales dudas no deben perturbarse cuando esto sucede.
“Al contrario, es la hora de cantar victoria, porque el día del triunfo está cerca, así como mi muerte cruel e ignominiosa precedió al momento de mi resurrección. Después de eso, nadie pudo arrebatarme la vida, y el poder de los reyes y príncipes paganos no pudo impedir la fundación de mi Iglesia. Además, me complació no utilizar para esto ni a los ricos ni a los nobles de sangre, sino a unos pocos pescadores sencillos e ignorantes, personas modestas que se ganaban la vida pescando en la orilla del mar.

Nuestra Señora prometió una restauración completa de la Iglesia

Publicado el 3 de abril de 2025
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- La publicación de Wikipedia afirma falsamente que la estatua original debería llamarse Nuestra Señora del Buen Suceso porque "hablando con propiedad, la frase 'Buen Suceso'" se refiere a la Purificación de María y la Presentación de Jesús.