Virtudes Católicas
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Caminos verdaderos y falsos hacia la felicidad- XXXI
Los Esplendores del Misterio
Todos los caminos de la contemplación sacra que hemos visto hasta ahora conducen a los esplendores de la luz; el camino de hoy, por paradójico que sea, conduce a los esplendores de la oscuridad, porque su tema es lo desconocido. Y lo desconocido también tiene su esplendor.
En la contemplación sacra, casi todo es luz y color, refulgencia y esplendor, pero también hay un lugar para el misterio con su propia belleza especial y su atractiva superioridad.
¿Por qué atractivo y por qué superior? ¿No sería exactamente lo contrario? ¿No sería este misterio como un muro que se interpone ante nosotros que nos impide ver y avanzar y, por tanto, nos obstaculiza? ¿Qué tiene de atractivo este obstáculo?
Se podría objetar que el misterio es lo opuesto a la contemplación; ese misterio es niebla, oscuridad. Lo razonable es darle la espalda y observar solo fenómenos verificables, y luego determinar las leyes que los gobiernan con un criterio absolutamente científico.
De hecho, prosigue la objeción, la ciencia acabará por disipar todos los enigmas. Hay que huir de las vanas especulaciones que los alimentan.
Las mentes positivistas, teóricas o prácticas, desprecian los misterios porque piensan que son lo opuesto a la realidad. Sin embargo, es precisamente por el bien de la realidad que uno debería amarlos. Uno de los aspectos más característicos de la inocencia es la facilidad para admitir el misterio, para no ser insultado por él, sino, por el contrario, convivir con él y comprender que el misterio no es una negrura hostil, sino un bosque cuya mera la existencia es sugerente para la mente humana.
Para el alma inocente, la belleza del misterio es la cumbre de la verdad. Por el contrario, el alma que se ha vuelto rígida e insensible a través de la Filosofía de la Ilustración, el Positivismo y doctrinas similares, siente algo atormentador en el misterio.
El espíritu jerárquico ama el misterio
Un hombre ama el misterio cuando tiene un espíritu profundamente jerárquico.
Cuando alguien dice que una persona tiene un espíritu jerárquico, lo primero que hace es ser intransigente en mantener la jerarquía en todo lo que está por debajo de él y tender a ignorar lo que está por encima de él. Desde este punto de vista, el espíritu jerárquico estaría dictado por el orgullo; desearía el sometimiento de lo inferior a él, pero sería igualitario en relación con lo que es superior a él.
De hecho, hay gente así. Para ellos, la jerarquía tiene, por así decirlo, la mano derecha sin la izquierda, o viceversa. Sin embargo, este no es el verdadero espíritu antiigualitario.
El verdadero espíritu jerárquico ama lo que está debajo y principalmente ama lo que está arriba. Esta posición no es fácil para la naturaleza humana corrompida por el pecado original, pero esta es la plenitud de la mentalidad anti-igualitaria.
Ahora bien, y aquí tocamos el meollo del asunto, la búsqueda de la verdad es un ascenso. Y, como en muchas subidas, la cima de la montaña está nevada, cubierta de bruma y perdida en las alturas. Sin entrar en esta niebla no se puede llegar a la cima. Comprender y amar esta niebla es comprender y amar el ascenso. Tienes que amar la niebla para apreciar verdaderamente las alturas.
Por eso se puede hablar de la "atractiva superioridad del misterio". Debemos amar todas las superioridades. La superioridad debe ser atractiva para nosotros. Y así amaremos el misterio. Amaremos a Dios, que es el Superior por excelencia y es el Misterio por excelencia .
Dios está por encima de todas las criaturas. Él es lo insondable, lo misterioso, lo inalcanzable, lo inimaginable. Una persona se mira a sí misma y exclama: "No puedo concebir cómo es Dios, pero este misterio, que se cierne sobre todo, me encanta".
Realmente creo que uno de los encantos de las iglesias góticas medievales es que indican cómo es Dios y, al mismo tiempo, poseen un misterio mediante el cual se puede ver que hay en ellas alguna sombra que es más brillante que la luz - y ese es el misterio.
El misterio está en la cima de todas las jerarquías. Es necesario comprender y amar el misterio, como lo hicieron todos los santos, especialmente los más grandes místicos como San Juan de la Cruz, Doctor de la Iglesia cuyos escritos estaban llenos de misterio.
Actitudes incorrectas hacia el misterio
No es necesario mencionar, porque todos conocemos casos de este tipo, que la atracción por el misterio puede conducir a desviaciones peligrosas, como el ocultismo, la superstición y la auto-idolatría. Debido a que el misterio es nebuloso, puede ser una tentación continua para aquellos que desean, por así decirlo, pescar en aguas turbias.
Adoptando una posición visceralmente hostil contra cualquier forma de esoterismo, deberíamos saber cómo adentrarnos en lo desconocido de una manera católica, desinteresada y distante, sin motivos ocultos.
Pero, además de lo oculto, hay otras dos actitudes erróneas hacia las superioridades del misterio:
1. Indiferencia: Aquellos que son indiferentes al misterio son aquellos ávidos de cosas concretas - dinero, tecnología, una vida mundana - y dan la espalda a todo lo demás.
2. Egocentrismo: Un loco apetito egocéntrico da rienda suelta a las malas tendencias de la persona. El egocéntrico, por definición, solo piensa en sí mismo y solo aprecia lo que está a su nivel.
El alma que tiene inocencia, sin embargo, ama el misterio, porque reconoce sus propias limitaciones y ama lo que está por encima de él.
Las gradaciones del misterio
Hay mil formas en las que el misterio puede presentarse. Está el misterio de la oscuridad total, que tiene su belleza. Está el misterio de la oscuridad con destellos de luz, y está el misterio de las cosas claras que tienen algunas tinieblas.
Además, hay una oscuridad que no es exactamente negra como boca de lobo, sino lo que los franceses llaman foncé (oscuro). Se podría realizar un estudio completo sobre la fantasmagoría de los misterios.
Y luego está el misterio de la muerte. La persona, al morir, puede decir lo siguiente: “Me voy a sumergir en el misterio pleno, que será mi inmersión en el misterio infinito y benévolo que ahora me recibe”. Morir comprendiendo esto es más que vivir.
No me parece que un alma esté verdaderamente dispuesta a ser llamada por Dios sin tener este bien formado sentido del misterio.
Si se supiera presentar la religión a los hippies precisamente desde este ángulo del misterio, muchos de ellos perderían su espíritu depredador, que es el deseo de arremeter contra todo porque se les presenta la existencia burguesa moderna como el fin último, la última razón para vivir.
La búsqueda de la verdad, sin embargo, no pretende terminar en una apoteosis con todas las luces encendidas, porque eso sería una frustración. Es preferible que termine en el crepúsculo. A los hippies se les debe decir: “Sí, hay oscuridad y, más allá de las sombras, hay misterio. Y dado que el misterio existe, debes trascender".
El hombre de hoy pierde fácilmente el sentido del misterio porque se olvida de trascender.
La contemplación sacra conduce al misterio
Los diversos caminos que conducen a la contemplación sacra que hemos comentado hasta ahora son aplicaciones del principio de analogía, es decir, de las semejanzas que existen entre el Creador y lo creado. Estos caminos nos ayudan mucho porque pueden ayudarnos a trascender muy alto. No se centran en la idea de misterio, sino de belleza.
Sin embargo, estos caminos, tan excelentes, no pueden llevarnos al conocimiento pleno de Dios, que es infinito. ¿Cuál es la belleza de un castillo o una catedral gótica en comparación con la suprema belleza de Dios? Dios está más allá de todo lo que podemos concebir; Es incognoscible. Por tanto, el fin último de la contemplación sacra es el sentido del misterio.
Entre Dios y nosotros hay una separación, una separatio en lenguaje tomista, que es una separación total, absoluta, infinita. Allí hay un reino de misterios que nuestra mente limitada nunca puede cruzar.
Continuará...
La niebla de la mañana crea
un ambiente de misterio en el bosque.
Se podría objetar que el misterio es lo opuesto a la contemplación; ese misterio es niebla, oscuridad. Lo razonable es darle la espalda y observar solo fenómenos verificables, y luego determinar las leyes que los gobiernan con un criterio absolutamente científico.
De hecho, prosigue la objeción, la ciencia acabará por disipar todos los enigmas. Hay que huir de las vanas especulaciones que los alimentan.
Las mentes positivistas, teóricas o prácticas, desprecian los misterios porque piensan que son lo opuesto a la realidad. Sin embargo, es precisamente por el bien de la realidad que uno debería amarlos. Uno de los aspectos más característicos de la inocencia es la facilidad para admitir el misterio, para no ser insultado por él, sino, por el contrario, convivir con él y comprender que el misterio no es una negrura hostil, sino un bosque cuya mera la existencia es sugerente para la mente humana.
Para el alma inocente, la belleza del misterio es la cumbre de la verdad. Por el contrario, el alma que se ha vuelto rígida e insensible a través de la Filosofía de la Ilustración, el Positivismo y doctrinas similares, siente algo atormentador en el misterio.
El espíritu jerárquico ama el misterio
Un hombre ama el misterio cuando tiene un espíritu profundamente jerárquico.
La búsqueda de la verdad es un ascenso al pico de la montaña, cubierto de niebla.
De hecho, hay gente así. Para ellos, la jerarquía tiene, por así decirlo, la mano derecha sin la izquierda, o viceversa. Sin embargo, este no es el verdadero espíritu antiigualitario.
El verdadero espíritu jerárquico ama lo que está debajo y principalmente ama lo que está arriba. Esta posición no es fácil para la naturaleza humana corrompida por el pecado original, pero esta es la plenitud de la mentalidad anti-igualitaria.
Ahora bien, y aquí tocamos el meollo del asunto, la búsqueda de la verdad es un ascenso. Y, como en muchas subidas, la cima de la montaña está nevada, cubierta de bruma y perdida en las alturas. Sin entrar en esta niebla no se puede llegar a la cima. Comprender y amar esta niebla es comprender y amar el ascenso. Tienes que amar la niebla para apreciar verdaderamente las alturas.
Por eso se puede hablar de la "atractiva superioridad del misterio". Debemos amar todas las superioridades. La superioridad debe ser atractiva para nosotros. Y así amaremos el misterio. Amaremos a Dios, que es el Superior por excelencia y es el Misterio por excelencia .
Dios está por encima de todas las criaturas. Él es lo insondable, lo misterioso, lo inalcanzable, lo inimaginable. Una persona se mira a sí misma y exclama: "No puedo concebir cómo es Dios, pero este misterio, que se cierne sobre todo, me encanta".
Realmente creo que uno de los encantos de las iglesias góticas medievales es que indican cómo es Dios y, al mismo tiempo, poseen un misterio mediante el cual se puede ver que hay en ellas alguna sombra que es más brillante que la luz - y ese es el misterio.
El misterio está en la cima de todas las jerarquías. Es necesario comprender y amar el misterio, como lo hicieron todos los santos, especialmente los más grandes místicos como San Juan de la Cruz, Doctor de la Iglesia cuyos escritos estaban llenos de misterio.
Actitudes incorrectas hacia el misterio
No es necesario mencionar, porque todos conocemos casos de este tipo, que la atracción por el misterio puede conducir a desviaciones peligrosas, como el ocultismo, la superstición y la auto-idolatría. Debido a que el misterio es nebuloso, puede ser una tentación continua para aquellos que desean, por así decirlo, pescar en aguas turbias.
La indiferencia por el misterio y la trascendencia está presente en la carrera por avanzar en el mundo de la tecnología
1. Indiferencia: Aquellos que son indiferentes al misterio son aquellos ávidos de cosas concretas - dinero, tecnología, una vida mundana - y dan la espalda a todo lo demás.
2. Egocentrismo: Un loco apetito egocéntrico da rienda suelta a las malas tendencias de la persona. El egocéntrico, por definición, solo piensa en sí mismo y solo aprecia lo que está a su nivel.
El alma que tiene inocencia, sin embargo, ama el misterio, porque reconoce sus propias limitaciones y ama lo que está por encima de él.
Las gradaciones del misterio
Hay mil formas en las que el misterio puede presentarse. Está el misterio de la oscuridad total, que tiene su belleza. Está el misterio de la oscuridad con destellos de luz, y está el misterio de las cosas claras que tienen algunas tinieblas.
Además, hay una oscuridad que no es exactamente negra como boca de lobo, sino lo que los franceses llaman foncé (oscuro). Se podría realizar un estudio completo sobre la fantasmagoría de los misterios.
El misterio de la muerte cuando el alma recorre la gran distancia del tiempo a la eternidad
No me parece que un alma esté verdaderamente dispuesta a ser llamada por Dios sin tener este bien formado sentido del misterio.
Si se supiera presentar la religión a los hippies precisamente desde este ángulo del misterio, muchos de ellos perderían su espíritu depredador, que es el deseo de arremeter contra todo porque se les presenta la existencia burguesa moderna como el fin último, la última razón para vivir.
La búsqueda de la verdad, sin embargo, no pretende terminar en una apoteosis con todas las luces encendidas, porque eso sería una frustración. Es preferible que termine en el crepúsculo. A los hippies se les debe decir: “Sí, hay oscuridad y, más allá de las sombras, hay misterio. Y dado que el misterio existe, debes trascender".
El hombre de hoy pierde fácilmente el sentido del misterio porque se olvida de trascender.
La contemplación sacra conduce al misterio
Los diversos caminos que conducen a la contemplación sacra que hemos comentado hasta ahora son aplicaciones del principio de analogía, es decir, de las semejanzas que existen entre el Creador y lo creado. Estos caminos nos ayudan mucho porque pueden ayudarnos a trascender muy alto. No se centran en la idea de misterio, sino de belleza.
Sin embargo, estos caminos, tan excelentes, no pueden llevarnos al conocimiento pleno de Dios, que es infinito. ¿Cuál es la belleza de un castillo o una catedral gótica en comparación con la suprema belleza de Dios? Dios está más allá de todo lo que podemos concebir; Es incognoscible. Por tanto, el fin último de la contemplación sacra es el sentido del misterio.
Entre Dios y nosotros hay una separación, una separatio en lenguaje tomista, que es una separación total, absoluta, infinita. Allí hay un reino de misterios que nuestra mente limitada nunca puede cruzar.
Continuará...
Este artículo fue publicado originalmente por TIA el 9 de agosto de 2021.
Traducido al español y publicado por TIA Ecuador el 10 de agosto de 2021.
Traducido al español y publicado por TIA Ecuador el 10 de agosto de 2021.
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